
La corrupción es un mal antiguo del país, por la cual una nación extensa en territorio, como el Perú, perdió ante una nación geográficamente más pequeña, como Chile, en la guerra del Pacífico del siglo XIX. Dentro de las formas de corrupción, se encuentra la corrupción que se da en los poderes del Estado, como son el Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo y el Poder Judicial, enmarcándose este en el sistema de justicia, que incluye al Ministerio Público y al Tribunal Constitucional como organismos constitucionales autónomos.
Es la corrupción mayor sin duda, pues todos los funcionarios de dichas entidades estatales tienen, en mayor o menor medida, una cuota innegable de poder, siendo emblemático y representativo el poder que posee el presidente de la República, como presidente del Poder Ejecutivo y máximo magistrado y mandatario de la nación, al representar y personificar a la República, teniendo iniciativa de gasto público en la conducción política de la nación a través de los Ministerios del Estado, a diferencia de los congresistas, que no tienen, de conformidad al primer párrafo del artículo 79 de la Constitución, iniciativa para crear ni aumentar gastos públicos, salvo en lo que se refiere a su presupuesto.
Con un expresidente de la República como Alberto Fujimori aún en prisión, tres expresidentes en procesos e investigaciones (Alejandro Toledo, Ollanta Humala y Pedro Pablo Kuczynski) y un actual presidente en funciones (Pedro Castillo), más un expresidente como Alan García que se suicidó cuando iba a ser detenido preliminarmente, pareciera que el destino de los presidentes de la República fuese la cárcel o el suicidio para evitar la prisión; pero no tiene que ser necesariamente así. Sin embargo, es innegable la tentación que significa el poder. No se puede negar la luz del Sol. Y ciertamente que tal tentación triunfará sobre quienes no están lo suficientemente preparados para hacerle frente y salir airosos.
Por eso es menester que los aspirantes a políticos con cargo estatal tengan acceso a los diferentes niveles del conocimiento político, debiendo de conocer sobre ciencia y teoría política; pero sobre todo sobre filosofía política.
La filosofía política dará la imprescindible visión de conjunto, cosmovisión orientada por un camino axiológico, en donde los valores se practicarán a partir del ser conscientes de nuestra mortalidad individual y del hecho de tener que dejar huellas contributivas en la Tierra.
(*) Analista político
* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados