Opinión

La pérdida de confianza

Por: Martín Valdivia Rodríguez

“Lo que más me molestó no es que me hayas mentido, sino que, de aquí en adelante, no podré creer en ti”. Esta frase le pertenece a Friedrich Nietzsche, uno de los filósofos contemporáneos más importantes, trascendentes y estudiados de la historia. Se puede aplicar en todo ámbito de las relaciones humanas. La pérdida de la confianza es uno de los grandes problemas de la sociedad y en la vida política el inicio de los más estrepitosos fracasos. En un gobierno, la confianza de la ciudadanía es clave para sostener la estabilidad del régimen.

En el actual gobierno han ocurrido varios hechos que tienen que ver con la pérdida de la confianza. Puede haber errores, nadie es infalible, pero no hay mejor garantía de una verdadera voluntad de corregirlos que, antes que todo, reconocerlos con hidalguía. La mala elección a la hora de designar a algunos ministros, el deficiente filtro del entorno y las muestras escasas de transparencia han ido alimentando la desconfianza y las sospechas de corrupción a manos de gente cercana al gobierno.

La confianza política va más allá de la cuestión social, llega también a lo económico, es allí cuando las consecuencias son mayores y se diversifican. Una de ellas es la duda y el temor para invertir debido al clima de inestabilidad e incertidumbre. La fuga de capitales, la recesión y la falta de puestos de trabajo son pruebas palpables de que si no hay confianza en el gobierno de turno el desarrollo queda trunco y las posibilidades de reactivación económica se reducen.

Independientemente de la moción de vacancia y sus consecuencias, el actual régimen está obligado a trabajar con ahínco para reconstruir la confianza. Hay muchos políticos, intelectuales y ciudadanos de a pie que en las redes sociales señalan haber votado por Pedro Castillo, pero luego de defenderlo de sus opositores durante tres meses, hoy están decepcionados y reniegan de las malas decisiones del gobierno.

La pérdida de credibilidad política no es un fenómeno exclusivo del Perú, pero en nuestro país la decepción es más notoria debido a que la realidad contrasta con el mensaje que se dio en la campaña electoral. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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