Opinión

La inminente decadencia de Europa

Por: Ángel Delgado Silva

El Viejo Continente alcanzó su cenit durante el siglo XIX, con el Reino Unido a la cabeza. Mas la exacerbación de las ambiciones imperiales y la entronización de ideologías totalitarias, en sus principales países, provocaron la mayor tragedia de la humanidad: dos Guerras Mundiales y la Guerra Fría ulterior.

La centuria pasada terminó con la hegemonía europea, elevando a los EE.UU. al rango de indiscutible potencia mundial.

Tras la catástrofe, Europa supo reinventarse. Eso sí, con el apoyo de su socio trasatlántico. El nuevo hegemón asumió las penosas tareas de seguridad, en tanto los europeos desarrollaban el bienestar social y la política democrática. Esta apuesta explica la trayectoria que va desde la Comunidad del Carbón y el Acero (1951) hacia la Unión Europea (1991); el modelo más acabado del globalismo contemporáneo.

Pero este radiante derrotero se sostenía en un intercambio comercial con USA totalmente favorable. Tanto que Donald TRUMP decidió abruptamente cortarlo, por su política American First. Pero, lo más nefasto ha sido romper con el suministro del gas natural ruso, a raíz de la guerra en Ucrania. En el acto, Europa perdió un abastecimiento energético barato y Alemania, en concreto, frenó su pujante producción industrial. Hoy los europeos –campeones ecológicos y pro fuentes limpias– son impelidos a utilizar el carbón contaminante y a importar gas de USA, a un precio triplicado, con todas sus consecuencias negativas.

Este ukase ahonda la crisis estructural de Europa. En efecto, porque se da primacía al confort, a los derechos sociales y al consumo sobre la productividad. Porque es menester endeudarse para mantener altas tasas de crecimiento, una artificialidad no sostenible en el tiempo. Porque la orfandad de industrias tecnológicas –las punto.com– le impide competir con economías modernas, como las del Asia-Pacífico. Y, para remate, el plan de cambiar el patrón energético en el corto plazo, obsesión ideológica de la UE, opera como una “soga verde” que asfixia todas sus posibilidades de desarrollo competitivo.

La complicación se agudiza por la necedad mayúscula de la clase política dominante en la UE y los principales gobiernos europeos. Presa de sus visiones woke (caviares en Perú), ganados por un globalismo arrogante y creyentes en un progresismo agresivo, no admiten su error por haber alentado la guerra ucraniana ni reconocen la objetiva derrota militar, luego de tres años infructuosos.

En el colmo de la estulticia se embarcan en una carrera armamentista, en respuesta a la negativa de USA de seguir financiando sus aventuras militares. Pretenden recaudar 800 mil millones de euros, a costa de sacrificar los gastos sociales de cada país miembro. Ergo, resulta muy fácil entender el avance de la oposición con banderas soberanas y pacifistas, las cuales amenazan no solo su poder, sino la misma vigencia del experimento europeo.

(*) Abogado constitucionalista.

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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