Opinión

Ineficiencia y/o corrupción

Por: Martín Valdivia Rodríguez

No solo en el Perú, hay conflictos sociales con grandes protestas. El pasado 19 de enero, 1.2 millones de personas marcharon por las calles de París, Marsella, Lyon, Toulouse y otras ciudades de Francia contra las reformas en el sistema de pensiones ¿Se imaginan cuántos muertos hubo en esas multitudinarias manifestaciones? Ninguno. Diez días antes, el 10 de enero, en Puno hubo una violenta marcha con la participación de alrededor de 3 mil personas y el saldo fue de 18 víctimas mortales. ¿Por qué esa diferencia entre Francia y Perú? La razón parece estar en las leyes y la eficacia de las autoridades.

No podríamos decir que los manifestantes franceses son unos angelitos. La Toma de la Bastilla, uno de los hechos más relevantes de la historia mundial, que ocurrió el 14 de setiembre de 1789 en París, dejó 97 muertos. Luis XVI y su esposa María Antonieta terminarían sus días ejecutados en la guillotina, ante el desafiante pueblo parisino. Los antecedentes de dicho suceso, precisamente, dieron lugar en la Asamblea Constituyente de Francia al nacimiento de las dos principales tendencias políticas que prevalecen hasta ahora en todo el mundo: la izquierda y la derecha.

Pues bien, la rebeldía parisina es histórica. Pero las sociedades evolucionan en sus leyes, en sus derechos, en sus normas morales y en su cultura en general. También en sus mecanismos de control y seguridad pública. De tal manera que, para evitar hechos violentos en la marcha de protesta programada para hoy, el ministro del Interior francés, Gérald Darmanin, ha anunciado la movilización de solo 11 mil policías y gendarmes en todo el país.

Esa cantidad de custodios del orden ha sido asignada por el gobierno de Emmanuel Macron para una protesta donde posiblemente participarán más de un millón de personas en las principales ciudades del país, mientras solo para la llamada “toma de Lima” el gobierno peruano comisionó a 11 mil policías, que no pudieron evitar que los vándalos destrocen la ciudad y ocurra un incendio cuyas causas hasta ahora no han quedado esclarecidas. Y, en el balance general, en menos de dos meses de disturbios, las víctimas mortales ya se acercan a 60.

Algo está fallando en el Perú y debe ser corregido. Cuando no hay ineficiencia, hay corrupción. O las dos cosas. Hace un par de años, ocupamos el deshonroso primer lugar en el mundo en mortandad por el COVID. Parte de la solución las tenemos los propios ciudadanos y está en elegir mejor a nuestras autoridades. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

 

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