Opinión

Entre la guerra y la paz (I)

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Empezó la guerra y un hecho de esta magnitud nos obliga a revisar la historia. Antes que los conquistadores llegaran de España, el Imperio Incaico se extendía a lo largo de 2 millones 500 mil kilómetros cuadrados, en una región a la que hoy pertenecen Perú, Bolivia, Ecuador, Argentina, Chile y Colombia. En la actualidad, el Perú abarca un territorio de un millón 285.22 kilómetros cuadrados. Salvando las distancias, Rusia, que ha invadido Ucrania iniciando una conflagración de repercusión mundial, experimentó un proceso de delimitación geográfica con algunas características parecidas al ocurrido en el Tawantinsuyo.

La otrora Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), en Europa del Este y Asia Central, tenían una extensión de 22.4 millones de kilómetros cuadrados, mientras que la Rusia de hoy cuenta con 17.13 millones de kilómetros cuadrados. Tras la disolución de la Unión Soviética a finales de 1991, surgieron  15 nuevos países independientes, entre ellos Letonia, Ucrania, Moldavia,  Bielorrusia, Georgia y Kazajistán. Más precisamente, ya antes, en julio de 1990, Ucrania se había convertido en el primer país que lograba la declaración de su soberanía.

Incluso en el Perú ese año se realizó una campaña de respaldo a Ucrania, con plantones, marchas y hasta recolección de firmas. Años antes, en 1982, nuestro país había tenido parecidas muestras de solidaridad y respaldo a Argentina en su intento de recuperación de las Islas Malvinas, aunque esa es otra historia.

Actualmente, Ucrania enfrenta un proceso separatista que es la justificación que esgrime Vladimir Putin para ordenar el ataque e invasión de Rusia sobre Ucrania. La manzana de la discordia es el Donbas, una región histórica, cultural y económica en el sureste de Ucrania, cuyo territorio es ocupado por dos grupos rebeldes que se autodenominan República Popular de Donetsk y República Popular de Luhansk.

En realidad, el conflicto empezó en el 2014, cuando los rusos tomaron el control de Crimea y apoyó a Donetsk y Luhansk en su lucha separatista, acrecentando la enemistad con Ucrania. El trasfondo de la crisis está en la negativa de Rusia a aceptar el acercamiento de la OTAN y de la Unión Europea a Ucrania, a la que Moscú considera parte de su identidad y de su espacio de influencia y cuyo control pondera como clave para su seguridad. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo. (Continuará)

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