Opinión

El reloj empresarial (PARTE 3/4)

Por: José Castillo Carazas

Esta semana les contaré sobre la tercera parte del “reloj de la vida empresarial”, la etapa de “madurez”.

Las empresas se sienten maduras cuando alcanzan una tasa anual de crecimiento en ventas casi constante y además mantienen una cuota estable de mercado. Frente a este punto, plantearse una nueva visión de largo plazo toma un rol fundamental.

¿Y qué sucede si mi empresa tiene estas características y nunca hice un plan? Todas las empresas que llegan a madurar, de una forma u otra siguieron un enfoque estratégico, que pudo haber sido siguiendo una metodología (conocida como “Plan”), corrigieron errores en el camino y formaron una cultura con su equipo. Durante toda esta travesía se consolidó el ADN de la compañía y debido a ello, al parecer, el negocio avanza en piloto automático.

Este es el momento en el que el rol del Gerente General (o dueño operador) y su equipo se vuelve determinante pues tienen que elegir un camino empresarial:

Reinventarse, es decir prepararse para dar el siguiente paso ampliando el mercado o innovando en la oferta de su producto, lo que implicará ejecutar proyectos de inversión y probablemente asumir financiamientos de largo plazo; o

Integrarse, que no es otra cosa que seguir la ley de la selva: 1) adquirir un negocio estratégico / competidor; o 2) venderse a un tercero de mayor tamaño. Sería un error mortal quedarse “igual que como están” y esperar que el mercado siga respondiendo como lo ha hecho en el pasado.

Para definir el camino, es imprescindible auto diagnosticarse; es decir, saber si existe un plan en marcha, si se cuenta con un equipo de trabajo calificado y comprometido y establecer el nuevo PROPÓSITO EMPRESARIAL.

Con estos tres componentes, los empresarios determinan cuál es la brecha que existe entre “la empresa que los dueños creen tener” y “la empresa que tienen según sus colaboradores”, muchas veces, las brechas son más que sorprendentes.

Durante la etapa de madurez empresarial, los accionistas deben medir cuál es la reputación de su negocio, cómo ven los otros a la empresa y sobre todo cómo la ven a futuro. Este factor de “percepción” es súper importante puesto que cualquier estrategia en la fase de maduración parte de cuánto vale la empresa como “negocio en marcha” hoy y a cuánto queremos que valga en los siguientes años. Este incremento de valor determinará el esfuerzo, financiero, tecnológico y operativo que se deberá hacer para lograr el objetivo. Recuerden, no se controla lo que no se puede medir y la medición a largo plazo requiere coherencia.

(*) Gerente General de BLANCO SAF

(*) Miembro del Directorio de la UPAL, CPC

(*) Máster en Banca y Finanzas

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