Opinión

El Perú está por encima de todo

Por: Martín Valdivia Rodríguez

El profesor Pedro Castillo no recibirá una “perita en dulce”, sino todo lo contrario. Su gobierno será muy difícil y tendrá la cancha inclinada, con una economía en caída libre por la pandemia, escaso aire para la inversión pública, altos índices de desempleo y pobreza. Como dicen algunos economistas, un escenario propio de una posguerra. Lo que tendrá en sus manos el proclamado presidente, desde el 28 de julio, por así decirlo, será una “papa caliente”.

Lo peor que podemos hacer los peruanos en estos momentos es desear que le vaya mal con sus propuestas iniciales, las que corregirá en el camino y las que le aconsejarán que aplique. Por el contrario, debemos esperar que le vaya bien, que tenga éxito en su gestión, porque eso le conviene al país y a sus más de 33 millones de habitantes, a quienes hay que agregar a más de un millón de venezolanos que ya son parte de nuestra población.

Según el último reporte del Banco Mundial, si bien este año (2021) el crecimiento en el Perú será superior al 10%, una cifra muy por encima de todos los demás países del continente, en el 2022 y 2023 las tasas estarán entre -5% y -0%. Es decir, ni siquiera bordearemos el 1%. Además, el gobierno de Castillo tendrá minoría en el Congreso y ello hará difícil la gobernabilidad. Esperemos que las bancadas de oposición no tengan como consigna el obstruccionismo y la mala fe, sino que realicen su labor legislativa y de fiscalización con eficiencia, pulcritud y honestidad. Y si hay que denunciar algo, están en su deber moral de hacerlo, pero sin manipular la información por conveniencia individual o de grupo. Debe imperar la verdad y la justicia.

El Perú está por encima de todo resentimiento, revanchismo y odios. Podemos discrepar y estar en la otra orilla política, pero el país necesita que todos empujemos el carro para adelante sin poner piedras en el camino. Eso no significa que la prensa y la oposición claudiquen en su lucha contra la corrupción, el tráfico de influencias y otras lacras en el aparato estatal, pues mantener los ojos abiertos y asumir con entereza nuestro rol fiscalizador también es ayudar al país. Si hay un hecho ilegal, una acción reñida con la ley, un “faenón”, una “repartija” o un arreglo bajo la mesa, tenemos que denunciarlo y exigir que se investigue para que se sancione a los responsables. De eso no debe quedar la menor duda. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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