El miedo al pensar y al pensador
Una de las características centrales de la especie humana es su capacidad concreta de pensar, desde primarias operaciones hasta elaboradas abstracciones filosóficas.
Los seres humanos habitan en una determinada y específica sociedad, dentro de un conjunto relativamente grande de países que conforman la humanidad. No existe una sola sociedad-Estado en la humanidad, sino un conglomerado de Estados y de sociedades.
Y no todos los países se encuentran en la misma situación, por cierto. Hay países que se encuentran más avanzados que otros, a partir de un desarrollo industrial y económico, por una determinada acumulación de capital.
Los países más avanzados por lo general se han preocupado por desarrollar conocimiento desde las universidades y los centros de investigación, no limitándose a un mecánico proceso de enseñanza-aprendizaje.
A su vez, dentro de estos últimos países, en aquellos en donde prima la libertad personal y la libre expresión de sus ciudadanos, existe amplia libertad de pensamiento y de expresión artística y científica. No hay desarrollo sin ciencia, y no hay ciencia sin base filosófica.
No existe miedo al pensar, desde básicas operaciones cotidianas hasta reflexiones sobre el sentido y la concepción de la vida y del mundo. El pensar implica una actividad, y como tal se expresa, por excelencia, en la investigación, sea ésta cualitativa y/o cuantitativa.
El pensar sobre nuestro último destino y nuestro inexorable final y extinción como seres humanos individuales e irrepetibles forma parte de la libertad. El pensar sobre aspectos teóricos y prácticos de cualquiera de las disciplinas del conocimiento científico y del conocimiento en general también forma parte de la libertad.
Y si bien existe un producto final en el proceso de la investigación, que consiste precisamente en el nuevo conocimiento, existe como garante de tal conocimiento el sujeto cognoscente que en el acto del pensar se manifiesta como el pensador, como el estudioso, analista y crítico de la realidad, con la finalidad de desarrollar aún más la sociedad en la cual nace y/o se desenvuelve el pensador.
Pero sucede que hay ciertas sociedades en donde no hay ni un destacado desarrollo industrial y económico, como tampoco reina precisamente la libertad -tan propia de la democracia-, en donde se tiene prácticamente miedo, temor al pensar, como también se tiene miedo al pensador, al que analiza y critica la realidad.
En estas sociedades no se promueve la ciencia ni el arte. Estas sociedades están destinadas al fracaso y atraso.
(*) Analista politico
* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados