
El mensaje que da el Gobierno, ya sea a través del presidente de turno o sus voceros, el premier y sus ministros, es fundamental en la comunicación con la población y la solución de los problemas. Debe tener claridad y elocuencia, pero también contenido, ideas con fundamento. Y, un elemento también imprescindible, que no permita la pérdida de credibilidad y confianza. La presidenta Dina Boluarte precisa de un lenguaje de estas características para darle solución a la grave crisis que desató su antecesor. De lo contrario, se puede llegar a una situación insostenible de la que se podrían arrepentir, incluso, los peruanos que exigen medidas drásticas, radicales y, a veces, fuera de lugar por una sencilla razón: el desconocimiento.
“Todas las desgracias de los hombres provienen de no hablar claro”. Lo escribió Albert Camus en una de sus máximas obras, “La peste”, donde justamente narra cómo, luego de una plaga, la humanidad urgía de desprenderse de las taras que siempre la acechan, de la mezquindad, del revanchismo y de los odios. Estamos saliendo de una pandemia y las turbulencias políticas han engendrado un caos social que quedó en pausa por la Navidad y el Año Nuevo. Es necesario que el Gobierno haga hasta lo imposible por evitar que, luego de las fiestas, vuelva la tormenta, que ya ha dejado cerca de treinta muertos y millonarias pérdidas.
Hay tópicos precisos sobre los cuales debe versar el mensaje del Gobierno. El primero es el concerniente a la voluntad política de adelantar las elecciones y la necesidad de no apurar las cosas, pues podrían salir mal. Un sector de la población, por ejemplo, exige la renuncia de la presidenta. En este punto se tendría que explicar que, si esto se da, el presidente transitorio que ocuparía Palacio de Gobierno hasta el 28 de julio del 2023 o del 2024 sería el titular del Congreso, porque así lo establece la ley. ¿Aceptaría eso la población? La respuesta es obvia. No.
Además, apurar las elecciones no daría tiempo para realizar las reformas políticas y esperar que las organizaciones en proceso de inscripción queden aptas para participar en las elecciones. Si no ocurre esto, los comicios se realizarían con las mismas reglas de juego que permitieron tener un Congreso con cerca del 90% de desaprobación. ¿Quiere eso la población? Definitivamente, creemos que no. Mañana continuamos. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo