Opinión

“El mejor oficio del mundo” (I)

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Decía Gabriel García Márquez que el periodismo “es el mejor oficio del mundo”. Quienes hemos abrazado esta carrera por vocación y con pasión podemos confirmar que el recordado Gabo, quien también fue uno de los nuestros, no exageraba. Si se desempeña con responsabilidad y a conciencia, aunque ello implique renunciar a muchas cosas y gastar las energías hasta poner en riesgo muchas veces la salud, el periodismo es una labor satisfactoria y gratificante.

Se trata de una carrera que se forja con pasión y que nos hace más humanos porque nos da la posibilidad de servir a los demás con los instrumentos de la razón y la verdad. Es nuestro deber estar prestos para encender la luz allí donde ha caído la sombra de la mentira, el engaño y la injusticia. Y eso da una satisfacción que no tiene precio.

Hoy los periodistas celebran su día. Feliz día a todos, incluidos los de carrera, los empíricos, con o sin título, los de experiencia, los novatos, los practicantes. A los experimentados nostálgicos, que atesoran la esencia; a los millennials innovadores y audaces. A todos, sin distinción alguna. Sin peleas, sin ínfulas, sin mirar por sobre el hombro a nadie. Porque, como en casi todas las profesiones, muchos periodistas con título y otros pergaminos, decepcionan; mientras que otros, principiantes y sin diplomados, sorprenden y son dignos de admiración. Es algo que hemos comprobado en décadas de experiencia. Cada uno ya ve cómo baila con su pañuelo.

Y las primicias que consigue o las “patinadas” que comete. Y el respeto y prestigio que logra, por sus errores o aciertos. Dicen que entre gitanos no nos podemos leer la mano. O algo así. Y es que el único que puede juzgar es el lector, el televidente, el radioescucha o el usuario de internet.

Por eso, feliz día a todos los periodistas, a los que recorren la calle, a los reporteros, a los digitales que están conectados a la red, a los de mesa (jefes de informaciones, jefes de redacción, editores), a los corresponsales (de provincias, de guerra, los enviados especiales), los free lance, los desempleados. Los de política, de locales, de policiales, de cultura, de espectáculos, de deportes. A los cronistas parlamentarios, a los palaciegos, a los deportivos que cubren “planta baja” en los estadios, a los de hípica. A los que ejercen el periodismo institucional o el de marca. A los que se dicen periodistas, hombres de prensa o comunicadores sociales. Al diablo con las categorías y los terrenos parcelados. En el fondo, todos tenemos sangre de periodista en las venas… A todos, “…Feliz día del Periodista…”. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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