Opinión

El extraño caso del partido morado

EDITORIAL

Para subir o bajar décimas, centésimas y hasta milésimas en sus porcentajes de votos, a casi todos los candidatos presidenciales, tanto los que se disputaban los primeros lugares como los que pugnaban por pasar la valla electoral, les llevó varios días en el conteo de la ONPE. Por eso resulta sorprendente y, como lo señalan analistas y representantes de diversas tiendas políticas, hasta sospechoso, que el Partido Morado haya logrado pasar la valla electoral de 5% cuando estaba lejos de ese porcentaje. Hay antecedentes y contextos que dan que pensar y respaldan las graves denuncias. No son caprichosas conjeturas o arrebatos de piconería.

A veces los números hablan. Pondremos el ejemplo de Rafael López Aliaga para hacer el contraste. El 12 de abril a las 09.08 de la noche, el candidato presidencial de Renovación Popular obtuvo el 11.761% de los votos, al 92.198% de las actas procesadas, mientras que el 16 de abril, a las 01.17 horas, cuatro días después, llegó a 11.691%, al 99.978% de las actas procesadas. Es decir, en vez de subir, bajó 0.07%, lo que traducido en unidades numéricas es siete centésimas. Las cifras no se mueven de la noche a la mañana. Y si se mueven, la variación suele ser mínima.

Sin embargo, el caso del Partido Morado, en las elecciones para el Congreso de la República, es realmente extraño y dudoso. El partido de Julio Guzmán pasó de tener el 4.759% al 5.30% de votos, el 13 y 16 de abril, respectivamente. Es decir, en apenas tres días, subió más de cinco décimas —no centésimas y en negativo como López Aliaga—, para alcanzar justo un porcentaje que le asegura pasar la valla electoral y tener escaños en el Congreso.

Hay otros elementos a tener en cuenta en este extraño caso del Partido Morado, como el hecho de que el presidente transitorio de la República, Francisco Sagasti, sea miembro de dicha agrupación política. O que el presidente de JNE, Jorge Salas Arenas, haya cambiado su voto a favor de la apelación que presentó Martín Vizcarra contra el fallo del Jurado Electoral Especial (JEE) de Lima Centro 2, que lo excluía de la carrera electoral. Recordemos que el gobierno de Sagasti es considerado por sus detractores como el continuismo del de Vizcarra.

La transparencia y la imparcialidad de los organismos ha sido puesta en duda. La democracia no merece ser empañada por estos nubarrones de sospecha y pérdida de confianza en nuestras autoridades. Porque los tiempos cambian; la verdad, no.

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