Opinión

¿El Defensor del Pueblo?

Por: Omar Chehade Moya

La primera semana de julio de 2011 Ollanta Humala y yo éramos electos presidente y vicepresidente del Perú, respectivamente, faltaban tres semanas para jurar el cargo.

Hacía pocos días que, en una emotiva ceremonia como fórmula presidencial, Ollanta, Marisol Espinoza y yo habíamos recibido de manos del presidente del Jurado Nacional de Elecciones, Hugo Sivina, las credenciales en el museo Simón Bolívar de Pueblo Libre.

Posteriormente viajé a Arequipa invitado por los funcionarios de Registros Públicos de esa ciudad para apadrinar un local que estaban inaugurando, cuando por la tarde recibo una llamada del presidente electo: “¿Omar, ¿dónde estás? Por favor no des ninguna declaración a ningún medio de comunicación, no digas nada. Estoy prohibiendo a todos los partidarios que salgan a declarar”.

Lo noté nervioso, le pregunté qué estaba pasando, y me respondió: “se ha armado un escándalo, a Josué Gutiérrez y a mi hermano Alexis, los han chapado in fraganti en una reunión oficial con el ministro ruso en Moscú”.

Le pregunté quién era Josué Gutiérrez, y Humala me contestó que era el flamante congresista del nacionalismo que representaba a Huánuco. Si bien Ollanta estaba desesperado, me di cuenta de que en ningún momento responsabilizó ni maldijo a Gutiérrez. Su desconcierto era cómo diantres los filmaron in fraganti, y cómo no tomaron las previsiones para pasar desapercibidos de las cámaras oficiales.

Luego de varios días ausente, Ollanta Humala asediado por la prensa rompió su silencio, y en aras de esperar con tranquilidad su juramentación al cargo como jefe de estado, dijo que su hermano y el señor Josué Gutiérrez habían cometido “una reclutada”, que en términos militares significaba: “que fueron ingenuos, pero sin mala fe” y que: “metieron la pata por inexpertos”.

Luego de años indagando entre la bancada y gente cercana al partido, me enteré de que fue el propio Ollanta Humala, embriagado del poder que estaba por recibir en pocos días, el que envió a su hermano de más confianza y al inefable señor Gutiérrez a Moscú a conversar con el ministro de Relaciones Exteriores y de Defensa de Rusia para futuras compras de armas, y negociados ilícitos que tenían que ver con la pesca e hidrocarburos. Por esa “lealtad”, Gutiérrez Cóndor fue ascendiendo en la confianza de la pareja Humala – Heredia, hasta convertirse en un escudero de la primera dama, al punto de tener colgada una enorme gigantografía de Nadine Heredia en su despacho Congresal, y luego presidir la Comisión de Presupuesto del Congreso, y finalmente vocero de la bancada nacionalista que monitoreaba la propia Nadine donde encubría con redomado cinismo los enjuagues delictivos del gobierno.

Luego lo vimos de alfil del tenebroso Vladimir Cerrón quien aupó en el poder presidencial al golpista y torpe Pedro Castillo. Hace un par de meses cuando leí la terna de postulantes a Defensor del Pueblo observé que estaba Gutiérrez Cóndor, pensé que se trataba de un chiste de mal gusto, o que era parte del relleno de postulantes. Nuestro raciocinio y buena fe hizo equivocarnos. Este Congreso cometió un pacto infame, una fechoría más entre fujimoristas y sus aliados con el cerronismo comunista, eligiendo al inescrupuloso “ruso” como Defensor del Pueblo. Más temprano que tarde este parlamento terminará arrepintiéndose de ser responsable de sus propias miserias.

*Exvicepresidente del Perú

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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