Opinión

¿Dónde está la guerra a la corrupción?

Por: Martín Valdivia Rodríguez

La corrupción es una lacra. Según su significado, lacra es el “efecto o vicio que marca a una persona o, especialmente, a la sociedad”. La corrupción es una manifestación viciosa y, por lo tanto, no desaparecerá solo con buena voluntad o declaraciones en conferencias de prensa o mítines. Una de las principales promesas del actual Gobierno fue combatir la corrupción. Sin embargo, ya no cabe la menor duda de que la corrupción sigue enquistada en los organismos públicos e incluso merodea Palacio de Gobierno y la famosa casa de Breña.

El último domingo no hubo “audio bomba”, como lo había anunciado cierto canal, pero los informes que emitieron diversos programas periodísticos sobre la casa del pasaje Sarratea confirmaron que lo que se conversaba y tramaba ahí no es nada claro ni mucho menos transparente, sino turbio, sospechoso y de mala entraña. Es difícil pensar que no ocurre nada malo, para los intereses del país, si varias personas vinculadas a los negocios y licitaciones públicas se reúnen en un lugar a altas horas de la noche, ingresando a la carrera, con gorrito y dando nombre falso, como ocurrió con uno de los misteriosos personajes.

En estos entuertos puede ocurrir que el presidente sea parte de la corrupción o que se están aprovechando de su confianza y su ingenuidad. Ojalá sea lo segundo, porque si está sucediendo lo primero, estaríamos asistiendo a un Gobierno que nos muestra más de lo mismo. Que en el fondo no hay ningún cambio y que todo lo que se ha pregonado, “no más pobres en un país rico” y esas cosas, ha sido tirado al tacho.

Si fuera lo segundo, si el problema del presidente es “pecar de excesiva confianza”, estaríamos ante un defecto que resultará muy lesivo para el país, pues los corruptos no piden permiso, sino más bien operan en la sombra, en silencio, procurando no dejar rastros. Así que Pedro Castillo está obligado a extremar sus filtros para detectar y sacar de su camino a todos esos elementos que se le acercan con la única intención de satisfacer sus intereses personales y llenarse los bolsillos con dinero del Estado, que en el fondo es de todos los peruanos. Repetimos, por ahora no se descarta que el presidente no esté exento de culpa. La prensa y las autoridades deben estar alertas. Como alguna vez dijo una exprimera dama, ¿“tan difícil es caminar derecho”?. Aunque ella tampoco lo demostró dando el ejemplo. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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