
El reciente viaje de la presidenta Dina Boluarte a Francia para suscribir el Tratado de Alta Mar ha encendido las alarmas entre gremios pesqueros, sectores patrióticos y defensores de la soberanía nacional.
Si bien el tratado se aplica —en teoría— a zonas marinas fuera de las 200 millas, su aprobación podría tener consecuencias graves y duraderas sobre nuestros intereses estratégicos.
El Perú no ha suscrito la Convención del Mar (CONVEMAR) porque defiende su soberanía plena sobre las 200 millas, como lo establece la Constitución. No aceptamos que solo se nos reconozcan 12 millas de mar territorial y se nos relegue a una “zona económica exclusiva” sin control sobre el espacio marítimo.
La firma del Tratado de Alta mar, impulsado por los mismos organismos que promueven la CONVEMAR, representa un paso riesgoso hacia una renuncia encubierta de nuestros derechos históricos.
El tratado crea mecanismos internacionales de gobernanza sobre la biodiversidad marina, incluso con capacidad para establecer áreas protegidas y limitar actividades pesqueras más allá de las 200 millas. ¿Quién nos garantiza que estas decisiones no terminarán afectando a especies migratorias que sustentan nuestra industria pesquera? ¿O que no se impondrán restricciones disfrazadas de evaluaciones científicas?
Más aún, la firma se ha dado sin una consulta pública, sin debate técnico, sin dictamen del Congreso y sin escuchar a los gremios del sector. La soberanía no se negocia ni se firma en París: se defiende en el Perú.
Dina Boluarte ha navegado en aguas que no le competen y lo ha hecho sin brújula ni mandato. El mar es nuestro.
Y lo será mientras lo defendamos.
(*) Presidente de Perú Acción.
Presidente del Consejo por la Paz.
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