Opinión

¡Despejando incertidumbres!

Por: Ángel Delgado Silva

¡No será fácil el empeño!. Empero se trata de una obligación impostergable. El angustioso transcurrir de horas sin respuestas incrementa la desazón ciudadana y deja insatisfecha la exigencia de transparencia democrática. Pero el “horror al vacío” resulta insoportable para cualquier comunidad. Por ello debemos ensayar explicaciones, aún tentativas, capaces de desbrozar rutas que nos orienten en esta tupida jungla de un presente enrarecido.

Para tal efecto utilizaremos una metodología que privilegie las conductas en lugar de los discursos vaporosos. Para sintonizar con los tiempos asumiremos la máxima leninista: “mejor mirar hechos actos que escuchar palabras”. Además la locuacidad no es lo fuerte de Castillo. Nada de ello devalúa las amenazas antirrepublicanas proferidas por el mensaje oficial. Todo lo contrario, tomamos muy en serio a sus voceros más preclaros . Pero no estacionamos en esos lindes, pues ello sobrestima al enemigo haciendo infecunda toda resistencia. Es menester rechazar este derrotismo que nos conduce a resignarnos o huir.

Empecemos por el Congreso de la República. El miedo que fuese capturado por Perú Libre con una política de alianzas hábil y ganar parlamentarios con sinecuras presupuestales, se disipó en un triz cuando la lista oficialista se cayó por desconocer el Reglamento congresal. Igual con la demora para formar su Consejo de Ministros. Algún suspicaz podría creer que se fragua una sorpresa deliberada o que pugnan líneas moderadas y maximalistas, como en la legendarias epopeyas revolucionarias. Pero este sobredimensionamiento oculta, quizá, una fragilidad e incompetencia inexcusables y la angurria de quienes convierten la cosa pública en un botín por disputar.

Finalmente, el discurso presidencial tan esperado. Hubo afirmaciones que ponen en cuestión al régimen democrático. En especial esa visión idílica del Incario, una arcadia perfecta; que se desnaturalizó con la Conquista española, origen todos los males del Perú contemporáneo; pues la República sólo rompió lazos con la Península manteniendo el racismo colonial. Para esta ideología el 28 de julio bicentenario es una farsa, un ardid para mantener la explotación. Y el sistema republicano una impostura total. De ahí su “segunda independencia” y “segunda republica”, que se cristaliza en su combate por la “nueva constitución”.

Pero este sermón, en sí mismo, letal para la democracia, no es sino una coartada para esconder su incapacidad para gestionar políticas públicas. Entre su concepción de la historia nacional, plasmada al comenzar el discurso y el cambio constitucional al final, solo tenemos una retahíla de lugares comunes, intuiciones básicas, buenos deseos, etc. Todos ellos atrapados en una lógica contradictoria e irracional, pues deviene imposible aumentar el gasto si, en simultáneo, se atacan las fuentes de producción. ¡He ahí el límite insuperable de políticas ingenuas por más que se arroguen lo popular!.

(*) La empresa no se responsabiliza por los artículos firmados.

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