Con urgencia debemos defendernos en el frente externo

Por: Hugo Guerra Arteaga

Frente a los reiterados ataques del Foro de Sao Paulo y sus peones México y Colombia, resulta urgente adoptar una política exterior más proactiva en defensa del interés nacional.

El narco presidente mexicano López Obrador acaba de reiterar que no reconoce a la presidente Dina Boluarte, insiste en que Castillo es una “víctima” de una inexistente lucha de blancos e indígenas y que, por tanto debería regresar a palacio; persiste, además, en su negativa de entregar la presidencia pro tempore de la Alianza del Pacífico a nuestro país de acuerdo a lo establecido.

Frente a eso la canciller Gervasi se ha pronunciado con rigor diplomático y el Primer Ministro Otárola ha hecho lo propio, lo cual está bien sobre todo para atender a la opinión pública interna; pero resulta insuficiente. El Perú ya tiene una causa que debe ser llevada por ante la Corte Internacional de Justicia, vía una demanda de inejecución del Tratado del 2011 para exigirle a México que cumpla con los términos convenidos al establecerse la Alianza del Pacífico.

Como explican los ex Cancilleres Tudela y Gonzales Posada, la posición necia del mandatario mexicano no puede entenderse como un problema personal entre él y la señora Boluarte, sino como una afectación de los compromisos de estado entre México, el Perú, Colombia y Chile. Deliberada e irresponsablemente se está entorpeciendo el proceso de integración económica, social y cultural entre los países miembros y eso acarrea una responsabilidad internacional susceptible de ser sancionada. Más aun cuando Chile ha dado marcha atrás, pidiendo disculpas por las necias declaraciones del presidente Boric contra Boluarte y ahora exige que, efectivamente, la presidencia pro tempore se le entregue según lo previsto a nuestro país.

En cuanto a los reiterados insultos del presidente Petro es necesario distinguir: en lo personal se trata de un personaje deleznable por su pasado como asesino, guerrillero, pedófilo y terrorista; pero en su condición de jefe de estado debe pagar por su responsabilidad del acto hostil. Po tanto las relaciones con Colombia deben degradarse aun más y restringirse a nivel de intereses económicos y consulares; y militarmente es vital que se refuerce nuestra frontera para expulsar a los intrusos de las FARC. Además, las agresiones de Bogotá ameritan que el Perú convoque a una reunión de emergencia en la OEA y en el GRULAC (Grupo de países de América Latina y el Caribe) de la ONU. La defensa de nuestra dignidad nacional tiene que ser ejercida por todos los canales.

Torre Tagle debe también lanzar misiones preventivas para advertir sobre tres cosas emergentes: primero, el vínculo estrecho de la subversión terrorista con el Foro de Sao Paulo en vísperas de la nueva ofensiva ya bautizada como la “tercera toma de Lima” prevista para julio, de modo que desde ahora se descalifiquen los informes intervenciones parcializadas de la CIDH y del Comité de Derechos Humanos de la ONU. Segundo, denunciar la gran manipulación internacional para que el Perú se vea forzado a seguir aceptando la migración descontrolada de venezolanos y haitianos. Y tercero, advertir sobre los actos de hostilidad de Bolivia que alientan el separatismo puneño y el tráfico ilegal de oro más el contrabando en la región altiplánica.

Las relaciones exteriores del Perú deben ser una proyección permanente de la búsqueda de satisfacción de los intereses permanentes de la nación. Y en ese esfuerzo la diplomacia peruana debe tomar iniciativa urgente.

(*) Analista político

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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