Opinión

Cómo defender la República en la coyuntura presente

Por: Ángel Delgado Silva

No cabe duda que el cúmulo de acciones impulsadas por los contingentes democráticos –con estilos variopintos e intensidades diferentes– en el tiempo previo a la instalación del Gobierno Castillo-Bellido, cumplieron su razón de ser. Caracterizar, en efecto, la naturaleza política del régimen instalado el 28 de julio, ha sido una tarea necesaria y un ejercicio impostergable. Era imprescindible advertir al país –todavía confundido– acerca de los peligros reales que la nueva situación política aparejaba.

En consecuencia, ya estamos notificados de las posiciones radicales y totalitarias de los actuales gobernantes. Y que pueden poner en vilo la salud de la República, destruir las instituciones democráticas, cancelar las libertades públicas y abandonar la Constitución Histórica tejida desde los albores de la Independencia. No exageramos un ápice cuando afirmamos que la Patria peruana atraviesa un delicado momento y que un desenlace posible pueda ser su pérdida irreparable.

La conciencia del peligro alerta el celo ciudadano. Nos convence que la democracia vigente (tras duros combates anti-dictatoriales), así como el bienestar alcanzado (en una economía social de mercado), merecen ser defendidos con el íntegro de nuestras fuerzas y capacidades. Los bienes de la tierra así como se conquistan, exigen voluntad para conservarlos y lucha sin cuartel para repelar las amenazas predatorias.

Sin embargo, todo ello no será suficiente. La batalla contra los enemigos de la democracia, desplegada dentro de un régimen democrático, tiene que asumir un estilo político coherente con aquellos principios y reglas propias de la democracia. Olvidar esta norma política resta legitimidad a nuestra lucha y, a la postre, termina favoreciendo al adversario. Las razones democráticas terminan desplazándose, de nuestro lado hacia el bando contrario.

Esto significa apuntalar los esfuerzos por recuperar la confianza ciudadana en la República. El análisis del por qué casi la mitad del electorado salto al vacío apostando por Castillo, debe producir lecciones para el futuro inmediato. Corregir los errores cometidos, claro está, pero también permitir que la gente viva la frustración de su experiencia, a plenitud. Sólo cuando los votantes de Perú Libre se desencanten por la promesas incumplidas y sean golpeados por el rápido deterioro del nivel de vida, de los más pobres, el Gobierno se aislará irremediablemente y perderá respaldo. Seamos claros. Mientras más del 40% de la población apoye a Castillo la vacancia será pura ilusión. Por eso imputarles vínculos con el terrorismo, parece inocuo por ahora. Más productivo resulta confrontarlos con los hechos y revelar su incompetencia para gobernar en democracia. Ello se traducirá, más temprano que tarde, en un total desengaño que alcanzará a quienes de buena fe le otorgaron su confianza.

(*) Constitucionalista

(*) La empresa no se responsabiliza por los artículos firmados.

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