En la novela de Carlos Fuentes, “Cambio de Piel” no es otra cosa que la aspiración de sus personajes de retrotraer sus vidas a mejores tiempos o bien cambiarlas en la búsqueda de perdidas aspiraciones o esencialmente expiar las culpas de un pasado violento y tenebroso.
En la política peruana el cambio de piel es algo mucho más simple y consiste en cambiar la superficie de las cosas para cubrir las apariencias de una continuidad negativa que responde a una ausencia de autocrítica o desconocimiento de la realidad o incapacidad de gestión o la sumatoria de estos tres y de otros factores.
Esto es lo que precisamente ha ocurrido con los cambios ministeriales realizados hace algunos días por la presidenta Dina Boluarte, conjuntamente con los enroques de ministros, se ha nombrado a nuevos burócratas -algunos con apropiado currículum- pero detrás de esta nueva piel y peor aún ,conjuntamente con ella se dan las muertes de militares en el VRAEM asesinados por Sendero Luminoso y el contradictorio respaldo inicial del régimen-que generó la salida de la Ministra de Educación- a la ley anti educación perpetrada en el Congreso de la República para nombrar a 14,000 profesores -no son maestros- que no calificaron meritocráticamente hace la friolera de 37 años y luego la marcha atrás con la nueva Ministra que ha señalado que si observaran dicha norma legal.
Más de lo mismo por la ausencia -no me cansaré de repetirlo- de sustento ideológico, plan de gobierno y un equipo coherente de trabajo que ejecute no la improvisación sino programas bien estructurados que contribuyan a sacar a nuestro país de la crisis.
Y por cierto el visible contubernio con sectores oportunistas y corruptos del Congreso que son capaces de elegir a un Defensor del Pueblo impresentable y a un presidente de dicho Poder del Estado que responde precisamente a las características de dichos congresistas.
Lo que se requiere no es un cambio de ministros. Se necesita un cambio de gobierno.
(*) Presidente de Perú Acción
Presidente del Consejo por la Paz
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