
Andrés Manuel López Obrador, el presidente de México, decepciona hasta a quienes alguna vez simpatizaron con él. La ambivalencia, el sesgo, la subjetividad y la imparcialidad de su posición respecto a asuntos que atañen a la política exterior demuestran que es un hombre carente de ecuanimidad, escrúpulos y honestidad.
Tras el ataque del grupo terrorista Hamás contra el sur de Israel y el consiguiente bombardeo mutuo entre la Franja de Gaza con Jerusalén y Tel Aviv, López Obrador saca cuerpo con una comodidad pasmosa. “Es muy claro el mandato de nuestra Constitución en cuanto a política exterior: no intervención, autodeterminación de los pueblos, cooperación para el desarrollo, solución pacífica de las controversias, esa es nuestra postura”, declaró hace unos días.
Ese criterio, muy sutil y tangencial, contrasta con el que tuvo respecto al Perú hace unos meses, cuando desconoció que la presidenta Dina Boluarte había asumido el mando por una sucesión contemplada en la Constitución. Entonces, cuando se trató del Perú, López Obrador no aludió a la Constitución mexicana para expresar su respeto a la aplicación de la ley y no entrometerse en los asuntos internos de un país ajeno. Llegó al extremo de tildar de “impostora” a Boluarte, negarse a entregarle la presidencia de la Alianza del Pacífico y cancelar las relaciones de su país con el nuestro.
Esto demuestra que al tal AMLO los principios de la política exterior mexicana le resultan respetables e inflexibles solamente cuando le conviene. En un conflicto como el del Medio Oriente, que vulnera los derechos humanos y pone en peligro millones de vidas, toma una posición realmente cobarde.
Es evidente, entonces, que el presidente de México tiene doble cara, es una persona insensata que dice solo lo que le convine y cuando le conviene. Por eso, luego de hacer su berrinche y anunciar que no asistirá a la cumbre del APEC, en EE.UU., en protesta contra Perú, ahora recula y dice que sí acudirá poque, aunque rechace a Boluarte, el presidente Joe Biden le cae simpático.
¿Por qué este cambio de posición? ¿Será porque el naciente megapuerto de Chancay amenaza con desplazar en importancia y actividad comercial al de Manzanillo, de México? APEC es, precisamente, el Foro de Cooperación Asia Pacífico y un tema obligado será el megapuerto peruano en construcción. A AMLO le conviene estar presenta en el evento, parar la oreja y tomar nota. Sería perjudicial para México aislarse de la órbita internacional y perder el paso, mientras otros países coordinan y planifican el desarrollo regional. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.