
La periodista Juliana Oxenford se burla de la llamada prensa alternativa. “¿De dónde han salido? ¿De dónde han sacado ‘eso’? ¡Quiénes son!”, expresa la conductora de televisión con un tono despectivo y una mueca de sarcasmo. El asunto está más claro que el agua, pero vamos a explicárselo. Y con dibujitos, para que se entienda.
Érase una vez un país llamado Perú. Años 90, gobierno de Fujimori. La mayoría de los medios hacían la de Shakira: Ciegos, sordos y mudos con la corrupción y las demás fechorías del régimen. Solo atacaban a los opositores, hasta los difamaban. Las líneas editoriales y las honras tenían un precio, pero no se vendían al mejor postor, sino a uno solo. El negocio se cerraba en la salita del SIN con un señor llamado Vladimiro Montesinos.
Año 2000. Cayó Fujimori y desapareció el parametraje total de la prensa. Desde entonces el asunto fue parcial. Los gobiernos de turno recurrieron a un mecanismo más discreto: la publicidad estatal. La lealtad de cada medio era proporcional al grosor de tajada de la torta que le tocaba.
Cuanto más gruesa, más sometimiento. Pero no todos los medios caían en esta suerte trueque o canje, hay que decirlo.
Tiempos del covid. El gobierno de Castillo, en medio de sus errores y aciertos, cerró el caño de la publicidad estatal. La prensa afectada frunció el ceño y presentó sus armas de ablandamiento, pero no logró recuperar lo perdido. Ahora golpea mañana, tarde y noche al régimen, busca indicios de corrupción hasta debajo de las piedras. Y eso está bien, merece un aplauso. Pero resulta que esa prensa, que ya no recibe la publicidad estatal de antes, no tiene ojos, oídos ni boca para otra cosa. Pareciera que, a su entender, periodismo es única y exclusivamente atacar al gobierno.
Pondremos un par de ejemplos, los más recientes. El día que el juez declaró saneada la acusación fiscal contra Keiko Fujimori, ningún diario —salvo La Noticia— publicó el hecho en portada. Y otro, cuando la expresidenta del Congreso, Lady Camones, estaba a punto de ser censurada por el escándalo de los audios, casi todos los medios hicieron la de Shakira y solo nuestro diario lo sacó en primera de primera.
Se ha puesto de moda eso de taparse un ojo, como los piratas. Pero la prensa alternativa no es ningún Barbanegra. Mañana seguimos en altamar. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.