
La delincuencia, como los precios, también se han disparado. Los raqueteros, marcas, extorsionadores y otros facinerosos, que ponen en práctica novedosas modalidades para asaltar, robar y asesinar, siguen haciendo de las suyas y sus delitos van en aumento. Es como si estuvieran en su garbanzal, nadie es capaz de frenarlos, pese a las promesas de las autoridades en sus discursos. Y cómo no va a ser así a cada rato cambian de ministro del Interior y de pasada de comandante general de la Policía Nacional.
En poco más de un año de gobierno ya van cinco ministros del Interior, es decir, uno por cada 2.4 meses. También hemos tenido cinco comandantes generales de la Policía Nacional; igual, uno por cada 2.4 meses. ¿Cómo se va a poder conducir bien la lucha contra los delincuentes, los narcotraficantes y otras lacras si las principales autoridades del sector solo están de pasadita?
No, de ninguna manera se pueden ejecutar planes para combatir la inseguridad ciudadana con óptimos resultados si hay tanta inestabilidad en el Ministerio del Interior. Peor aún con la política del borrón y cuenta nueva que suelen aplicar los nuevos ministros cada vez que asumen un portafolio. Es decir, tiran al tacho lo que avanzaron sus antecesores con la finalidad de hacer sus propios diagnósticos y establecer sus indicadores para implantar sus métodos. Y ya sabemos que por lo general cada nuevo ministro llega con su gente, de tal manera que, en las planas de mando medio y las menores, en las áreas ejecutivas y operativas, también vuelan cabezas. Tal es así que, si un ministro avanza algo, luego lo que hizo no sirve para nada.
A eso se suma que varios ministros, incluido el del Interior, deben atender cuestiones políticas sobre investigaciones fiscales y la actuación de la Policía, lo que los distrae y hace que pierdan la concentración, tan necesaria para atender los problemas que son competencia del sector.
Los delincuentes siguen matando hasta por un celular, como ocurrió con una joven de 15 años en Sullana. O extorsionan y cobran cupos a dueños desde bodeguitas hasta grandes empresas. Incluso a artistas, como los músicos de Agua Marina, que fueron asaltados y han tenido que cancelar sus presentaciones porque los extorsionadores hicieron estallar un explosivo durante una de sus presentaciones en Trujillo. Ojalá que la criminalidad en nuestro país cese de una vez por todas y nuestras autoridades entiendan que combatirla es una prioridad por el bien de todos los peruanos. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.