Opinión

El castigo contra Antauro no es suficiente

Por: Hugo Guerra Arteaga

La democracia y la constitucionalidad se defienden: por ello, la Sala Civil Permanente de la Corte Suprema ha fallado por unanimidad la ilegalidad de la Alianza Nacional de Trabajadores, Agricultores, Universitarios, Reservistas y Obreros (A.N.T.A.U.R.O.), cuyo cabecilla es el asesino Antauro Humala. La sentencia se sutenta, entre otros argumentos, en que la organización ha incurrido en conducta antidemocrática; y que “a través de sus diversos mensajes promueve y justifica atentados contra la vida e integridad de ciertas personas”.

Efectivamente pruebas hay muchas. El mayor EP (r) Antauro Humala Tasso es un asesino irredento de policías. Hace veinte años encabezó la asonada criminal conocida como el “Andahuaylazo”, en la cual se asaltó a una comisaría, quedando como resultado la muerte de dos reservistas militares y cuatro efectivos de la PNP. Por esa matanza, cometida con todos los agravantes y la aparente justificación de exigir la dimisión del entonces presidente Alberto Fujimori, Antauro -condenado por los delitos de homicidio simple, secuestro y otros- fue recluido en prisión desde el 3 de enero de 2005 hasta el 20 de agosto de 2022. Su liberación 16 meses y medio antes de cumplir su sentencia, fue irregular y se benefició de una decisión política bajo el gobierno del golpista Pedro Castillo.

Se trata, pues, de un psicópata que ha forjado una ideología del odio y el disparate. Admirador enfermizo del Mariscal Cáceres postula el etnocacerismo, un pastiche que entremezcla el racismo y la exaltación de lo andino con el ultranacionalismo y un antichilenismo redentorista ahistórico que no tiene límites racionales. Cree en la captura revolucionaria del poder total para organizar un régimen estatista y genocida, bajo el cual se organizarían matanzas indiscriminadas contra los opositores y hasta la ejecución de su propio hermano.

Antauro encuentra eco entre segmentos poblacionales políticamente radicalizados que buscan un mal remedo del salvadoreño Nayib Bukele; y entre las izquierdas marxistas que creen en la violencia como método sistemático para tomar el control de la república.

En el colmo del paroxismo Antauro Humala Tasso se burla de su carcelería, con lo cual revela que no se ha readaptado socialmente; y lo peor, se jacta, celebra y ratifica su placer por haber matado policías. Es decir que se retrata a sí mismo como un enfermo mental que, adicionalmente, es conocido como drogadicto.

La sentencia de la Suprema implica la disolución del partido y la cancelación de su registro, cosa que debe ejecutar el JNE; pero es imperfecta porque no impide que sus miembros constituyan otra organización igualmente del odio y la violencia. Además Antauro, en lo que constituye una incoherencia no tendría impedimento para postular a un cargo público, no en una plancha presidencial, pero sí para senador o diputado como invitado de cualquier organización política vigente.

Eso es lo que hay que cuidar y prevenir. En las próximas elecciones generales el problema no será la disputa por la presidencia. La primera vuelta será caótica con más de 40 partidos en carrera electoral; pero en la segunda vuelta la depuración dejará solo dos opciones. En cambio la verdadera pelea será por el control de las cámaras de Diputados y Senadores. Desde allí se controlará a un nuevo Parlamento que según su composición final podría contribuir con un buen futuro gobierno o instaurar la ingobernabilidad plena.

Por sus antecedentes y prédica antidemocrática e inconstitucional Antauro debió ser inhabilitado para participar en el proceso electoral. Pero ahora podría intentar aliarse, junto con sus seguidores, con algún partido marxista alcahuete, lo cual representa una amenaza concreta. A prepararse para el combate en defensa de la paz política y el estado de derecho.

(*) Analista político. 

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