Opinión

Perú – Bolivia: De la moneda feble al sólido sol

Destruida la Confederación Perú-boliviana en 1839, el presidente Agustín Gamarra decide invadir Bolivia en 1841. El ejército peruano es derrotado en la batalla de Ingavi y durante varios meses los bolivianos invaden Puno, Cuzco, Tacna, Arica y Tarapacá. Uno de los males que produjo esa invasión sobre el territorio peruano fue la inundación de moneda de poco valor en plata causando gravísimo perjuicio a la economía nacional y a las actividades comerciales.

La moneda feble boliviana o de escasa ley en metales finos empeoró las relaciones comerciales y como no había regulaciones como las de hoy el perjuicio se acrecentaba de tal modo que se comenzaron a oír los tambores de guerra debido a que el peso boliviano casi había desplazado al metálico peruano, estimándose que circularon más de 10 millones de monedas febles en nuestro territorio.

La adulteración monetaria realizada en Bolivia se usó como instrumento para aumentar los ingresos del Estado, produciendo inflación, crisis comerciales internas y externas, así como alentando el contrabando de los minerales preciosos. La calma aparece cuando se firma el tratado de Paz y Comercio entre Perú y Bolivia en 3/11/1847 que liberaba el tránsito comercial de ambos países, y al parecer todo era una trampa que favorecía al altiplano. Bolivia seguía acuñando moneda feble y el Perú reclamaba, exigiendo que su encargado de negocios visite la Casa de Moneda de Potosí para cerciorarse de los procesos de acuñación; el 6/1/1853 fueron expulsados el ministro plenipotenciario y el cónsul del Perú por la policía paceña.

La respuesta del Perú no se hizo esperar y canceló el libre tránsito de mercaderías bolivianas por Arica imponiendo un arancel de 40%. Bolivia tendió a darle más liberalidades a su único puerto por aquel entonces, Cobija; pero su puerto estaba muy lejos de las principales ciudades altiplánicas siendo Arica siempre la puerta a sus necesidades comerciales.

El Perú ocupa Cobija en junio de 1853 usando su primer barco de guerra a vapor: el “Rímac”, que fue adquirido en el primer gobierno de Ramón Castilla, y capitaneado por Francisco Forcelledo, quien permitió que las autoridades bolivianas se refugien en Calama. Con esta determinación se pensó que el Perú iba a la guerra, y es en ese trance que aparece la revolución de 1854 que al año siguiente depone a Echenique del poder. En 1863 se firma un tratado en que Bolivia se compromete a no acuñar moneda feble y en ese mismo año el Perú adopta el sistema decimal creando como unidad monetaria el Sol de plata de nueve décimos fino.

El 29/9/2024 el titular del diario “La Razón” de Bolivia se leía “El Sol peruano se Convierte en el Nuevo dólar” y “Ante la escasez de la divisa de EEUU, la gente opta por la moneda peruana”.

La falta de dólares ha hecho que los bolivianos recurran a la moneda peruana para sus transacciones comerciales. En las ciudades fronterizas donde hay pazos internacionales para la entrada y salida de productos como personas, el sol ha consolidado su posición económica e inclusive está subiendo su cotización. Justamente el incremento del precio del “sol” tiende a afectar la economía de las ciudades a lo largo de la frontera boliviana, porque ahora los comerciantes del altiplano necesitan más “bolivianos” para adquirir bienes en “soles”.

Hace más de 180 años de ocurridos los sucesos de la moneda feble boliviana, que casi nos lleva a una guerra por la proliferación de moneda de baja ley de ese país en el nuestro. Y hoy la economía del Estado Plurinacional de Bolivia se encuentra tambaleante ante la escasez de divisas y la población recurre a nuestra moneda por su solidez y como intermediaria para adquirir dólares. Las vueltas que da la historia y esta vez los beneficios no son para uno, sino para ambos lados.

(*) Abogado y excongresista.

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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