
Hemos perdido la batalla. Hay que ser realistas. Castillo se hizo del poder y eso de momento es irreversible. Lo importante es que se trata de una batalla, pero no de la guerra. Eso hay que entenderlo para llegar a la evidente conclusión que la nueva batalla ya no pasa por la denuncia del fraude. El sapo del fraude ya nos lo comimos por desorganizados, por las divisiones que se presentaron y por la falta de liderazgo. Una vez más en la derecha todos querían llevar la bandera mientras por debajo todo se derrumbaba.
Ahora viene una nueva escaramuza: la inminente lucha por el control del congreso. Si las fuerzas democráticas ganan la presidencia tendremos una interesante situación en que de alguna manera el congreso podrá enfrentar los arrestos autoritarios del ejecutivo. Si el conglomerado comunista gana la presidencia del congreso tendremos un panorama más complicado y desolador.
Pero la batalla definitiva de esta guerra pasa por el tema de la nueva constitución. Si la izquierda logra imponer su proyecto estamos perdidos. Será el andamiaje legal necesario para el autoritarismo y la implantación de un gobierno comunista de al menos 25 años.
Ante esto insisto. Hay que dar por terminado ya el debate sobre los elementos que fueron parte de la primera batalla que ya hemos perdido y prepararnos para la que viene. Es momento de cambiar el eje del debate y la estrategia.
Sun Tzu enseña en El arte de la guerra que un ejército victorioso gana primero y entabla la batalla después; un ejército derrotado lucha primero e intenta obtener la victoria después. Esta es la diferencia entre los que tienen estrategia y los que improvisan. Está claro que la primera batalla la hemos perdido por eso. Porque no estábamos preparados para enfrentar un fraude que además contaba con el control todas las instituciones.
La batalla hay que ganarla antes que empiece y para eso tenemos que tener claro que el enemigo tiene características ya conocidas. Es muy importante conocer a fondo a quien se enfrenta y la izquierda es previsible. Conocemos sus talentos, sus estrategias y sus errores. A las fuerzas democráticas nos sobran razones, pero en el momento carecemos de un liderazgo y de unidad.
Es momento de defender la constitución no porque sea inmutable ni parte de un dogma sino porque es necesaria. Hay que convencer al hombre de la calle que la constitución vigente garantiza su estabilidad y sus derechos. Ahora que el nuevo gobierno se está instalando y que cometerá muchos errores propios de quien no tiene cuadros y está ebrio de poder es el momento de golpearlo.
Pero hay que estar preparados para cuando se estabilice y empoderado quiera hacerse dueño de la situación. En ese momento habrá que actuar con prudencia. Es de esperase que para entonces ya estemos preparados para vencer al totalitarismo porque hemos trazado estrategias y como decía Sun Tzu hayamos ganado antes de empezar la batalla. Ese es el camino a seguir.
(*) Analista político
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