Una selva de cemento (I)

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Mientras que más de 11 mil policías redoblan esfuerzos para contener las marchas violentas en Lima, las bandas de delincuentes están en su garbanzal. Es como si tuvieran la cancha libre. No solo se han multiplicado los asaltos y robos perpetrados por raqueteros y “marcas”, por carteristas escaperos o los que hurtan sin que sus víctimas se den cuenta, sino también se han incrementado exponencialmente los asesinatos por encargo ejecutados por sicarios, en su mayoría ordenados por extorsionadores que operan bajo la modalidad del cobro de cupos.

El caso más sonado es la muerte del conductor de un auto, su esposa, sus dos hijos y sus padres —seis personas en total—, quienes fueron acribillados a quemarropa en una avenida de San Miguel. Padres, hijos y abuelos fueron víctimas de un presunto ajuste de cuentas. Tres sicarios que bajaron de un vehículo descargaron sus armas sin piedad contra todos los miembros de una misma familia. Fue una masacre donde dos inocentes criaturas, que no tenían nada que ver con los asuntos de los adultos, también pagaron con sus vidas por algo sin conocer la razón.

Este asesinato múltiple llama la atención por sus características, el número de víctimas y el lugar donde fue cometido, una céntrica zona residencial de Lima, pero si nos atenemos a las estadísticas, es uno más de los que se cometen día a día en esta selva de cemento en la que se ha convertido la capital del país.

En los últimos meses se han producido crímenes prácticamente todos los días y en casi todos los distritos. Desde la primera semana de enero hasta la fecha, asesinaron —por ejemplo— a dos hermanos en Ate, a dos amigos en la puerta de la casa de uno de ellos en el Callao, una pareja que iba en una mototaxi en el Rímac, a dos miembros de una familia que salía de un club campestre de Comas y a un hombre dentro de una notaría de San Isidro.

También hubo asesinatos en La Victoria, San Juan de Lurigancho, San Juan de Miraflores, Villa María del Triunfo, Los Olivos, Comas y otros distritos.

Un empresario estuvo a punto de correr la misma suerte a manos de sus secuestradores, quienes lo tuvieron casi dos meses en cautiverio a la espera de que la familia pague una recompensa de un millón de soles. Felizmente, la víctima logró escapar el último domingo. Detrás de este hecho está una banda de delincuentes venezolanos.

Precisamente, un alto porcentaje de estos crímenes son cometidos por bandas criminales integradas por extranjeros que entran y salen del Perú como si nada. Mañana continuamos. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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