Opinión

Un nuevo mártir del periodismo

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Decía Gabriel García Márquez que el periodismo es el oficio más bonito del mundo y no le faltaba razón, pero podríamos agregar que también es uno de los más peligrosos. Ayer, en el Día del Trabajo, el reconocido periodista Luis Miranda, de 46 años, perdió la vida al volcarse la lancha en la que iba como tripulante frente a la isla El Frontón, en el Callao. Murió en cumplimiento de su misión periodística, realizando sus funciones, justo en el momento en que la mayoría de los trabajadores celebraba su día.

Luis Miranda Rodríguez fue un reputado hombre de prensa para quien la carrera era una pasión, tanto que el día en el que debía estar descansando en la paz del hogar o brindando con sus compañeros de trabajo, decidió continuar con su incansable labor periodística. Multifacético y responsable, se destacó por su buena pluma en diversos medios impresos, así como sus enjundiosas y documentadas investigaciones periodistas de la televisión.

Como periodista trabajó en  El Comercio,  Expreso,  El Mundo y  Gestión, mientras que en la televisión lo hizo en Panamericana TV, Latina y América TV. También publicó el libro de crónicas “El pintor de Lavoes” (2009). Como fotógrafo expuso su “Proyecto Murrup” y “La otra cara del VRAEM” en diversos lugares. El año pasado recibió el premio a Mejor Fotógrafo Emergente de la revista de fotografía latinoamericana de la Universidad de Harvard. Desde el 2003 trabaja en el programa Cuarto Poder.

El colega Luis Miranda se convierte así en un nuevo mártir de esta profesión tan dura e incomprendida. Según las características de la región geográfica (las condiciones del clima, lo agreste de la zona, etc.) en la que realicen su labor, así como la coyuntura política, delincuencial o bélica, entre otros factores, la seguridad y la vida de los periodistas siempre corre peligro. Es una suerte de corresponsal de guerra honoris causa, pues el peligro siempre lo acecha y la muerte ronda incluso en el lugar menos esperado.

Amenazados por las mafias del narcotráfico, por hostilizados por regímenes totalitarios o víctimas del infortunio, por los azares del destino, como le ocurrió a Luis Miranda, los periodistas siguen realizando su labor incluso en días de celebración o descanso. Que la brillante carrera del colega y su triste final sirvan de alguna manera para que las autoridades valoren más esta noble profesión y no le pongan piedras en el camino, como muchas veces ocurre no solo en los regímenes autocráticos, sino también en aquellos que se etiquetan de democráticos. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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