Opinión

Un gobernante honesto y capaz

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Cada vez que un candidato es favorito o gana las elecciones presidenciales, los del bando opositor o los ciudadanos que no se ven representados por el próximo gobierno parafrasean al filósofo francés Joseph de Maistre: “cada pueblo tiene el gobernante que se merece”. Aluden así a la ignorancia de la población y a su incapacidad por formular un voto consciente. Así como van las cosas, a pocos días de los comicios, ninguno de los dos aspirantes al sillón presidencial es favorito. Por lo tanto, esa frase por el momento no se ha puesto sobre el tapete, pero aparecerá el domingo después del flash electoral con el resultado del conteo rápido.

Resulta que el ganador del domingo, lamentablemente, aun cuando se alce con la victoria por un margen superior, no representará ni al 20% de la población. El que lo hayan elegido no significará necesariamente que sea el o la gobernante que las mayorías quisieron tener para los próximos cinco años. Así las cosas, la frase de De Maitre, quien, por cierto, desarrolló la idea según la cual el hombre es culpable de hacer que la historia deviniera en el mal universal, no aplicará, como suelen decir ahora, para la realidad del país.

No será una cuestión de merecimientos, sino de urgencia, de necesidad, más aún en estos momentos, cuando enfrentamos a una pandemia que nos ha dejado hasta el momento más de 180 mil fallecidos por este “maldito” virus que ha socavado no solo nuestro sistema de salud, sino también nuestra economía, causando desempleo y pobreza. Los dictados del sistema democrático indican que cada cinco años debemos renovar a las autoridades gubernamentales y la ley se tiene que cumplir. Es necesario hacer cambios para derrotar a la pandemia y encaminar al país a la reactivación, pero sin corrupción, un problema que ha sido factor común en todos los gobiernos.

Cuando Ollanta Humala ganó las elecciones en el 2011, Alejandro Toledo decía que en la calle le imploraban: “Cholo, sálvanos”. Y que él les respondía: “Por qué no votaron por mí, carajo”. Humala ejerció su gobierno, pero pese a las agendas de Nadine, la sombra de Antauro, la ‘ley pulpín’ y otros grandes errores que mancharon su gestión, la democracia no estuvo en riesgo. Esperemos que quien ingrese a Palacio de Gobierno el 28 de julio sea una persona honesta y capaz. Y que en los próximos cinco años se imponga la sensatez por el bien de todos los peruanos. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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