Perspectivas de la economía peruana
Por: Martín Valdivia Rodríguez

Hay que ser sinceros, si bien el gobierno de Pedro Castillo fue deficiente y tuvo indicios de corrupción que actualmente son materia de investigación, también tuvo en contra una campaña de demolición política y mediática que empezó el mismo día que asumió el poder. Sin embargo, la economía peruana en estos cerca de dos años, pese a la pandemia y sus consecuencias, se ha mantenido en buena posición respecto los demás países de la región. Una muestra es el tipo de cambio, pues el sol se mantiene como la segunda moneda más fuerte de la región. No obstante, todo está a punto de echarse a perder por la crisis social y política que afronta el país.
Aparte de las buenas expectativas económicas, el Perú ha sido favorecido por el alto precio de los minerales, como el cobre, entre otros factores, tanto internos como externos. Estos agentes económicos han permitido amortiguar incluso las consecuencias económicas de la guerra entre Rusia y Ucrania. No estamos, claro está, ante un lecho de rosas, pero la situación económica del Perú en realidad es envidiable respecto a la de otros países de la región que verdaderamente la pasan muy mal.
Hay varios problemas que resolver, como el desempleo y subempleo, el desabastecimiento y alza de precios de ciertos productos, entre otros, pero el clima de convulsión social, con marchas de protesta y otras acciones violentas que han dejado más de 60 muertos, está frenando el impulso que debería tener la gestión gubernamental para avanzar hacia la reactivación económica.
El sector de las micro y pequeñas empresas, conocidas como mypes, es uno de los más afectados y esta situación genera mayor desempleo. Las protestas se han focalizado en el sur, específicamente en Puno. Curiosamente, Puno tiene en cartera el proyecto para la explotación de yacimientos de litio, el nuevo oro blanco, sobre el cual se cifran las esperanzas de desarrollo económico en el Altiplano. Según diversos estudios, los yacimientos de litio en nuestro país bordearían las 880,000 toneladas, lo que nos pondría a tal nivel de competir con las reservas de Argentina, Bolivia y Chile como uno de los más importantes de la región.
La explotación del litio se postergó por la pandemia y ahora corre el riesgo de estancarse nuevamente por el vandalismo infiltrado en las protestas. Ojalá todos estos factores sean puestos en la balanza para resolver de una vez por todas el problema. El litio y el megapuerto de Chancay están llamados a erigirse como dos grandes remolques de nuestra economía. No les pongamos más trabas. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.