Opinión

Normas APA y plagio en las tesis

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Las recurrentes denuncias de plagio echan sombras sobre el nivel académico de los egresados de algunas universidades, incluso privadas y de cierto prestigio. No se puede generalizar, pero si hay uno, dos o más casos de congresistas, ministros, otros funcionarios de todos los rangos y hasta un presidente que han sido acusados de plagiar sus tesis de grado, la duda se convierte en el caldo de cultivo de la desconfianza.

Hay dos factores principales que influyen en el recurso, cada vez más habitual, al que apelan ciertos egresados de las universidades para hacer sus tesis y lograr la aprobación en el menor tiempo posible y sin el mayor esfuerzo. Primero están los engorrosos mecanismos burocráticos (una tramitología con demoras angustiantes y desalentadoras), metodológicos (índices y esquemas caprichosos y muchas veces incoherentes y sin sentido) y de formato (las famosas normas o estilos importados) que establece la mayoría de las universidades como requisito número uno para la presentación de las tesis de grado. Segundo, la facilidad con que los egresados consiguen que algún “especialista” haga el trabajo por ellos a cambio de un pago.

Como en el Perú siempre estamos imitando lo que llega de afuera porque en nuestros prejuicios nosotros no somos capaces de crear algo nuevo que responda a nuestra propia realidad y características, las universidades tienen la costumbre de exigir con un rigor milimétrico el cumplimiento de las normas o formatos, ya sea APA, Vancouver ISO 690, Chicago, MLA, Harvard o IEEE.

Es tanta la importancia que se le da a la cuestión de forma, que los asesores de tesis se convierten en árbitros cuadriculados que podan la creatividad y, en ese trajín, dejan a un lado el fondo, la sustancia, el contenido de los trabajos de investigación, que es lo que verdaderamente debería importar.

Este tortuoso camino de espinas realmente desanima a los estudiantes egresados, que desean terminar pronto y aprobar sus tesis para que les entreguen el título y poder encontrar pronto un trabajo. Es por eso que recurren a los “asesores” particulares que, en las redes sociales o en puestos instalados cerca de las universidades, ofrecen sus servicios de redacción completa de tesis y otros trabajos académicos. “Solo nos das el tema y el número de páginas que necesitas, nosotros nos encargamos del resto”, dicen estos señores a sus potenciales clientes. Lamentablemente, así son las cosas.

No pretendemos justificar a quienes optan por esas artimañas. El asunto es que las universidades deben corregir lo que está fallando. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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