Opinión

¡No bajemos la guardia!

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Hace unos meses, los casos de COVID en un día en el Perú no pasaban de 50 y en Lima se llegó a no registrar ningún fallecido. Según la cifra del Minsa, emitida el último viernes, se registraron más de 6 mil contagios y 18 muertos en 24 horas. Las diferencias son abismales y corremos el riesgo de vivir las experiencias de Europa, donde en Inglaterra enfrentaban la tercera ola muchos meses antes que en el Perú. Peor aún están en Alemania, donde se baten contra la cuarta ola, y en España, que soporta la sexta y bordea los 150 casos diarios en un solo día. Esto no es un juego.

Si bien la variante Ómicron, que está a punto de convertirse en predominante, no es tan letal como la Delta, muchas personas, especialmente las vulnerables con comorbilidad (que tienen otras enfermedades al mismo tiempo) y de la tercera edad, no están en condiciones de resistir los efectos del virus y corren el riesgo de morir si se contagian.

El gobierno ya ha adoptado algunas medidas luego de declarar la tercera ola de coronavirus, especialmente referidas al toque de queda y los aforos. Las disposiciones no son tan drásticas como el confinamiento general de la primera ola, pero, de todos modos, nuevamente, perjudicará la economía del país, pues afectará a los negocios gastronómicos y el turismo.

Los ciudadanos también tenemos que poner de nuestra parte, pues el alarmante incremento de casos es consecuencia del relajamiento de las medidas, especialmente durante las fiestas de fin de año. Es necesario ajustar las medidas, ser más rigurosos en el uso de mascarilla, el lavado de manos y el distanciamiento social en la medida que sea posible.

Un especialista comparaba al COVID con las pulgas, que no saltarán al lomo de un perro si otro perro no se le acerca. Ojalá esta sea la última ola y pronto acabe la pandemia, pues el saludito con puños y el chat nunca reemplazarán a un fuerte abrazo o una cálida conversación presencial, pero por ahora debemos alejarnos todo cuanto podamos. Es por el bien de todos.

Si no existiera la vacuna otro sería el panorama. En realidad, ninguna vacuna evita el contagio, lo que hace es evitar que las personas que contraen el mal se pongan graves y terminen en el hospital. Si cumplimos las reglas y nos vacunamos, incluso con la dosis de refuerzo, es muy posible que más temprano que tarde logremos la inmunidad de rebaño. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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