Opinión

Muerte en el sur

Por: Francisco Diez-Canseco Távara

Intentaron cruzar el río porque no podían contener a la turba que los atacó y querían salvar sus propias vidas.

No hicieron uso de las armas pese a que, en esas circunstancias, sí podían hacerlo. Una orden superior seguramente los dejó inermes frente a esa turba desenfrenada manejada, desde atrás, en forma anónima y cobarde, por expertos subversivos empeñados en lograr sus pérfidos fines sin clemencia alguna por la vida humana.

Sin compasión los apedrearon mientras se ahogaban en el río. Y habían ido a restablecer el orden y a restaurar el principio de autoridad.

Mientras tanto, la propaganda subversiva volanteaba en Puno que los subversivos habían salvado a numerosos soldados, abandonados por el Ejército, del frío y el hambre ahí en el sur de Puno, en la zona aymara, cerca de la frontera con Bolivia territorio de los ponchos rojos de Evo Morales.

Y otros libelos trataban de inducir a los soldados del Ejército del Perú a desertar, mientras que el alcalde de Juli justificaba los crímenes antedichos y el incendio de la comisaría de esa ciudad por el maltrato sufrido por las mamachas que vinieron a la fallida segunda toma de Lima, cargando bebes de tierna edad a sabiendas de lo que hacían; y los “70 muertos” durante los actos subversivos que, disfrazados de “protestas sociales”, vienen realizando los extremistas desde hace varias semanas.

Todo ha estado debidamente orquestado para que esa minoría actuante siga impulsando sus designios a través de la violencia, la victimización, las acusaciones de racismo y la insistencia en que sus designios políticos constituyen protestas sociales.

Nada justifica la violencia. Ni los excesos que pudieran cometer las fuerzas del orden ni aquellos que caracterizan a los subversivos que hoy intentan destruir el sistema democrático en nuestra patria, engañando a los pocos que los siguen con reivindicaciones que son en realidad objetivos políticos.

Mucha agua ha corrido bajo los puentes para llegar a la presente circunstancia pero ya es hora de hablar claro y poner las cosas en su sitio, con el debido respeto por todos peruanos.

(*) Presidente de Perú Nación y presidente del Consejo por la Paz

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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