
Después de la batalla de Tacna el 26 de mayo de 1880 en donde se pierde el grueso del ejército profesional del Perú; el puerto de Arica quedó aislado de todo tipo de comunicación con el resto del país. El coronel Bolognesi era el jefe de la guarnición de Arica que defendía las fortificaciones y la base de operaciones del ejército aliado y creía que podía ser socorrido por el coronel Leiva, quedando para la posteridad aquellos mensajes con la frase “¡Apure Leiva!”.
Leiva no supo de la suerte de Arica y que contaba con un ejército que solo tenía el nombre. El 5/6/1880 el general Baquedano al conocer las disposiciones de las minas que rodeaban la defensa peruana, decide enviar a un emisario, encomendando a Juan de la Cruz Salvo a que solicite del jefe de la plaza de Arica, a que deponga la defensa y entregue el puerto ante la superioridad chilena. En nuestra historia está totalmente documentado la actuación del mayor chileno Juan de la Cruz Salvo como emisario de su país y más la respuesta que recibió del jefe de la plaza de Arica el coronel Francisco Bolognesi.
La disposición de fuerzas era totalmente desequilibrada, mientras los peruanos contaban con cerca de mil ochocientos efectivos contra los cerca de cinco mil soldados chilenos. Esta diferencia numérica decidía la victoria a favor de Chile. Pero Bolognesi y sus hombres decidieron pelear hasta el fin, dando un mensaje a las generaciones venideras que el honor y la defensa de la patria están por sobre todo.
Y ¿qué pasó después con De la Cruz Salvo?, para la historia de Chile solo fue un oficial más que cumplió con su deber y llegó al grado de general, no se conoce sobre su actuación en la vida pública de su país. Buscando datos para mis estudios históricos encuentro la siguiente apreciación aparecida en el diario “El Comercio” de 5/8/1885: “La Custodia de Moquegua: … En una de las invasiones que los chilenos hicieron a Moquegua… el jefe de la expedición enemiga Juan de la Cruz Salvo impuso a los habitantes de la ciudad de dicho nombre un cupo abrumador. Los vecinos sufrieron amarguras de todo género, y vejámenes inauditos; pero la cantidad impuesta no podía reunirse a pesar de que las señoras se desnudaron de cuanta joya tenían… /El plazo perentorio se vencía y aun faltaba dinero para saciar la codicia enemiga. / Entonces el jefe hizo entender a la ciudad que si no se cumplía con entregar inmediatamente la suma señalada daría a sus tropas puerta para que la saquearan, y que recibiría en pago de la contribución hasta la custodia de la matriz. /El alcalde municipal Juan N.
Navarrete, en tan apremiante situación, entregó a Salvo la valiosa custodia. /Una señora en su desesperación exclamó: ¡Permita Dios que esas manos que han profanado la custodia sean cortadas! / Poco tiempo después el señor Salvo pescaba con dinamita en Pisco y una explosión de esta le destrozó la mano derecha que después le fue amputada el mismo día, el señor Navarrete cazaba en Moquegua, la escopeta reventó y le despedazó también la mano derecha que le fue amputada igualmente, muriendo al poco tiempo”. Esta historia ha llegado a nuestros días, pero muy distorsionada y no como aparece en el escrito de 1885 a solo dos años de haber culminado la guerra contra Chile y que parece ser la fuente primaria de procedencia. Lo que faltaría conocer y no se ha dicho, es saber quién es la señora del relato porque el resto de la historia coincide totalmente con lo que les sucedió a los personajes principales de esta historia. Por lo demás es saludable demostrar que aquello que fue interpretado como una leyenda, tenga una fuente real que lo corrobora.
(*) Abogado y excongresista