
El mensaje a la Nación tan esperado del presidente Pedro Castillo no despejó en absoluto la incertidumbre que teníamos; por el contrario, corroboró algunas dudas y la más evidente de todas es que estamos frente a un gobierno que no tiene objetivos claros que pretende alcanzar a través de las reparticiones del Poder Ejecutivo.
Y digo esto porque al mencionar los supuestos programas y planes de acción a ejecutar en los diferentes órganos del Estado, ha caído en mensajes muy gaseosos como hablar de la construcción de hospitales y colegios a nivel nacional, pero en ningún momento se habló de cifras y mucho menos estableció etapas para la ejecución de lo que está ofreciendo.
Por otro lado, está el reiterado mensaje de mirar al pasado en una conocida y cuestionable crítica a la conquista española estando en pleno siglo XXI, cuando debería preocuparse en temas más específicos y trascendentales como buscar una solución definitiva a la pandemia, la recuperación de la economía, la promoción del empleo, mejora de la seguridad ciudadana, combatir la corrupción, modernización del aparato estatal para hacer crecer los servicios públicos.
Pero también hay otros puntos que no ha tocado en su discurso, como por ejemplo la forma como quiere conseguir la política de coordinación con el legislativo o cómo mejorar sustancialmente a mediano plazo la relación entre el gobierno central y los gobiernos regionales, además de la descentralización que no viene funcionando de manera óptima.
Como era sabido, el presidente volvió a referirse a la Asamblea Constituyente y señala que es un reclamo de la mayoría de peruanos, algo que es totalmente falso. Castillo dice que el pedido de una Asamblea Constituyente es una expresión de parte de la población pero no es así. Le recuerdo que de las 18 agrupaciones políticas que postularon en la primera vuelta solo dos plantearon este punto. Luego, en segunda vuelta, la mayoría de peruanos ha dicho que no quiere cambios en la Constitución: en el mejor de los casos solo apuestan por cambios parciales.
En ese sentido, tengo claro que cuando el presidente Castillo utiliza la palabra pueblo se refiere al del tumulto, al que ocupa plazas y avenidas, o sea a la mancha. Cuando emplea la palabra pueblo quiere dar a entender que el Congreso no representa a la ciudadanía, algo que está muy lejos de la verdad. Vamos a perder gran parte de nuestro valioso tiempo en debatir algo innecesario en este momento como una Asamblea Constituyente cuando hay temas más importantes que encarar.
Líneas aparte para lo que pasó con el expresidente Francisco Sagasti en la puerta del Congreso. Se trata de una lamentable descoordinación del propio Congreso que se pudo evitar. El evento se vio deslucido levemente por una situación que no debió producirse pues no afectaba nada si Sagasti ingresaba al legislativo a entregarle la banda a la presidenta de la Mesa Directiva.
(*) Expresidente del Tribunal Constitucional
(*) exministro de Justicia
(*) La empresa no se responsabiliza por los artículos firmados.