
En el 2019, en Argentina se publicó el libro “Lawfare: Guerra judicial mediática”. Se trata de un ensayo histórico y alegato político escrito por el abogado Rafael Bielsa y el dirigente agrario Pedro Peretti, quienes intentan demostrar que algunos gobiernos del hermano país fueron víctimas de una campaña de difamación a través de los medios dominantes, así como de una persecución y encarnizamiento por parte del poder judicial.
Lawfare, término que tendría origen en los escritos militares estadounidenses de inicios del siglo XXI, según Wikipedia, “es una expresión usada para referirse a la utilización abusiva o ilegal de las instancias judiciales”. “La persecución judicial permite obtener diversos resultados, desde detener indebidamente a los adversarios políticos, paralizar financieramente y desprestigiar oponentes, hasta debilitar o deponer gobiernos”, agrega la enciclopedia virtual.
Vladimir Cerrón y Guido Bellido, dos de los principales dirigentes de Perú Libre, aludieron a la palabra Lawfare en Twitter. “LAWFARE. La verdad tendrá que abrirse paso (…)”, escribió Cerrón al rechazar la sentencia —según él— arbitraria, dictada en su contra. Bellido publicó un mensaje donde se refirió a “la implementación de guerra jurídica (Lawfare) contra el presidente Castillo y militantes de Perú Libre con el único fin de derrocarlo”.
¿Estamos ante un lafware en Perú? La fiscal de la Nación, Patricia Benavides, ya ha respondido a estos señalamientos y asegura que el Ministerio Público no forma parte de un supuesto plan político y que no están “a favor ni en contra de nadie”. Por su parte, la presidenta del Poder Judicial, afirma: “No somos parte de ninguna confabulación política”.
En la actitud de la justicia respecto al actual Gobierno hay detalles inéditos. Pedro Castillo es el primer presidente en la historia que es investigado sin haber sido antes suspendido. El primero en acudir personalmente a declarar a la Fiscalía. Y el primero en enfrentar seis investigaciones fiscales.
Castillo puede ser culpable y merecer el más duro castigo, es cierto, pero la forma en que se le investiga y acusa llama poderosamente la atención. Esperemos que al final se sepa toda la verdad y todos los corruptos vayan a la cárcel. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.