Hasta hace algunos lustros era costumbre que en los países de Latinoamérica se eligiera a un presidente de derecha, de la democracia cristiana o de alguna otra rama del conservadurismo. Sin embargo, pese a varios factores que le acarrearon un gran desprestigio, la izquierda últimamente se está imponiendo en varios países del continente. Gustavo Petro, un político que fue guerrillero del Movimiento 19 de Abril (M-19), acaba de ganar las elecciones en Colombia. ¿Por qué la derecha pierde una vez más si la izquierda, según sus detractores, solo nos conducirá a la miseria?
Tras el inicio de la perestroika en la antigua URSS (1985) con Mijaíl Gorbachov y la caída del muro de Berlín (1989), hecho simbólico de las libertades, desde el punto de vista político Cuba se convirtió en lo que es en geografía: una isla. Hace seis años, muchos imaginaron que la muerte de Fidel Castro era el inicio del fin del socialismo en el mundo. Quienes defendían esta predicción aseguraban que el desastroso gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela estaba firmando la partida de defunción de la izquierda en el continente.
Sin embargo, los gobiernos de corte socialista están transformando el mapa político e ideológico de Latinoamérica, empezando por México (Andrés Manuel López Obrador) y terminando por Chile (Gabriel Boric). Aparte de Daniel Ortega, quien lleva ya varios gobiernos en Nicaragua y que, por su rasgo dictatorial, también le causa cierta mala fama a la izquierda, en los últimos quinquenios han sido elegidos varios presidentes progresistas. Ahí están Alberto Fernández (Argentina), Luis Arce (Bolivia), Pedro Castillo (Perú) y Xiomara Castro (Honduras), por ejemplo.
Pero hay que reconocer que, en cuestiones de preferencias electorales, hay cierta tendencia pendular en el continente. Prueba de ello es Uruguay, donde el izquierdista José Mujica dejó como buen precedente, pero hoy tenemos a Luis Lacalle, que es de centroderecha. Y también a Ecuador, donde se fue Rafael Correa y hoy está el liberal Guillermo Lasso, cuyo gobierno está contra las cuerdas y hace prever un nuevo movimiento marcado por la oscilación política. Es decir, la derecha no se queda para siempre. Y la izquierda, tampoco.
Ahora, en Colombia, Gustavo Petro termina con la larga racha del conservadurismo, que tuvo figuras que van desde Belisario Betancourt hasta Iván Duque. En la primera vuelta, Petro obtuvo 40.34% contra 28.17% de Rodolfo Hernández. Las matemáticas nos pudieron llevar a deducir que el 23.93% del liberal Federico Gutiérrez inclinaría la balanza a favor de Hernández en la segunda vuelta, pero no fue así. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.
