Lo últimoOpinión

Las sorpresas del nuevo escenario internacional

Por: Ángel Delgado Silva

¡Imposible reflexionar sobre el futuro peruano prescindiendo del análisis sobre los últimos desplazamientos que hoy transforman al mundo! Cierto; ha habido un impulso promovido por Donald Trump apenas asumió el mando. Pero su actuación es solo el epítome de una realidad emergente que no podía ocultarse más.

Realidad que se abría paso pese a la sistemática campaña de distorsión de las grandes cadenas de comunicación y las principales potencias occidentales. Por esa razón bastaron las primeras medidas y declaraciones del flamante gobierno de EE. UU., para que la percepción sobre la escena internacional sufriera un inusitado vuelco. No buscan estas líneas escudriñar estas tremendas interrogantes. Por ende, nos centraremos en algo muy concreto: la guerra de Ucrania.

En el giro radical del enfoque al estallar el conflicto, contrastándolo con el desenlace que se dibuja hoy. En efecto, hace tres años todos, casi sin excepción, señalaron a Rusia como el país agresor. Se le imputó la violación del derecho internacional y de privar a Ucrania de su libertad. ¡Tal fue el consenso de entonces: simple, macizo e incontestable! Eso explica la estupefacción de muchos analistas ante la nueva postura de los gobernantes de EE. UU.: “Ucrania comenzó la guerra”, “Europa la alentó”, “Biden no la detuvo” y que Zelenski sería “un dictador poco representativo”. ¿Cómo han podido cambiar tanto las tornas? De plano rechacemos las ridículas hipótesis: “falta de información”, “Trump megalómano” o “el embrujo de Putin”. Solo son el colofón de una retahíla de antiguas estupideces, acerca de la cuestión ucraniana.

Una total ceguera frente al momento actual. Será menester, entonces, quebrar el velo de mentiras en torno a un conflicto cuya resolución divide a Occidente.

1) Ucrania, en su historia, jamás fue un Estado-Nación.

2) Recién con la URSS fue una “república asociada”.

3) Por ejemplo, Crimea –rusa desde la caída de los tártaros– fue “donada” por Jrushchov en 1954, a una Ucrania soviética.

4) En 1991, final del imperio soviético, la Ucrania independiente –como la mayoría de las exrepúblicas– fue un polvorín ingobernable por las mafias y las tensiones étnicas en el oriente del país.

5) Esto culminó en febrero del 2014 con el golpe de estado contra Yanukovich, presidente legítimo desde 2010; el épico Euromaidan para un Occidente intervencionista y belicista.

6) Ello desató una cruenta y dilatada guerra civil, entre una Ucrania pro occidental frente a la oriental, culturalmente rusa en su totalidad (el Donbas).

7) Putin defiende a sus connacionales: anexa Crimea, fomenta las repúblicas de Donetsk y Lugansk, y entra en guerra abierta desde febrero del 2022, al acordarse el ingreso de Ucrania a la OTAN, con toda la carga anti-rusa que conllevaba y el peligro para la paz mundial. En lugar del belicismo del europeísta, Trump opta con realismo entenderse con Rusia, buscando que no escore hacia China, su rival más temible. Es la hora del mundo tripolar (EE. UU., Rusia y China) desplazando a la hegemonía globalista.

(*) Abogado constitucionalista

Artículos relacionados

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba