
Cuando se le pregunta por la situación de Cuba a algún defensor del régimen heredado de Fidel Castro, inmediatamente saca a relucir el notable nivel de desarrollo de la medicina en la isla.
Es cierto, pues a pesar de los desafíos económicos y el embargo de Estados Unidos, Cuba es reconocida por sus notables avances en medicina. Sin embargo, la situación económica en general en la otrora llamada “Perla de las Antillas” es paupérrima, a tal punto que el 90 % de la población vive en extrema pobreza, según un informe reciente del Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH).
Eso quiere decir que, de los cerca de 12 millones de habitantes cubanos, más de 10 millones viven en condiciones de extrema pobreza, una situación en la que una persona pasa hambre y es vulnerable a las enfermedades y la muerte. Para darnos una idea de esa lamentable realidad, podemos mencionar que el nivel de extrema pobreza registrado por el INEI el año pasado en el Perú fue de 5.7 %, una cifra que, en comparación con la de Cuba, donde llega a 90 %, es muy inferior. Eso no significa, claro está, que en nuestro país debamos conformarnos, aceptar que nuestros compatriotas más pobres vivan en situación de indigencia y quedarnos con los brazos cruzados, sino todo lo contrario. Lo de Cuba es penoso y escalofriante. De acuerdo con los últimos estudios del Banco Mundial, el umbral de pobreza extrema en Cuba es de 2.15 dólares diarios por persona, lo que equivale a 6.75 soles. Cuba también sufre una severa crisis energética.
Los constantes apagones afectan al 50 % de la población, lo que impide el normal desarrollo de las actividades, tanto domésticas como comerciales. A este caos se suma el difícil y costoso acceso a Internet, servicio que es controlado por la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (ETECSA).
En la isla, el acceso al ciberespacio no es libre, como en Perú y la mayoría de los países del mundo, pues allí la población puede usar las llamadas tarjetas Nauta en puntos de acceso públicos, hoteles, aeropuertos y salas de navegación de ETECSA. Sin embargo, el costo es muy alto y la disponibilidad muy limitada.
Parece contradictorio para la prédica socialista del régimen comunista, pero uno de los mayores ingresos económicos de Cuba lo reporta el turismo sexual. Esta es la realidad de Cuba, que no ha cambiado mucho desde la caída del dictador Fulgencio Batista en 1959. Sus edificios en ruinas, los escombros de sus calles y sus carros clásicos, conducidos no por coleccionistas, sino por humildes taxistas o distribuidores de baratijas, son el reflejo de esa triste realidad. El de Cuba es un camino del que el Perú debe alejarse. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.