La sombra de un sombrero

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Desde Puno se anuncia una segunda “toma de Lima”. La primera no fue ninguna toma, pero en el balance general dejó un edificio histórico quemado, daños en el ornato por 10 millones de soles y eso no es poca cosa. Las protestas se han focalizado en el sur del país y su epicentro es Puno. ¿Será que el problema está en Puno? Veamos si es así.

La población puneña sacrificó su fiesta de la Candelaria para no interrumpir las marchas, lo que significó 230 millones de soles en pérdidas. Los hoteles, los restaurantes, los artesanos y los demás negocios vinculados al turismo no pudieron aprovechar la tradicional fiesta del altiplano para impulsar la reactivación económica tras la pandemia. Cajamarca, Huaraz y Ayacucho hicieron lo contrario, celebraron sus carnavales a todo dar y los turistas llegaron como moscas. Demostraron que, como decía Basadre, el Perú es más grande que sus problemas.

Los manifestantes de Puno exigen la renuncia de Dina Boluarte, el cierre del Congreso y adelanto de elecciones. Otra demanda de relevancia no existe. Ni más presupuesto para la región, ni más carreteras, ni más colegios, ni más hospitales. Ningún rechazo al abandono, la marginación y la indiferencia, problemas históricos de los pueblos del Ande, principalmente del sur. La plataforma de lucha de Puno no es social, es política, cuando debería ser al revés.

A la “segunda toma de Lima” se suma el supuesto paro de profesores anunciado por el Fenate, el gremio magisterial creado por Pedro Castillo para bajarle las llantas al Sutep, intervenir la Derrama Magisterial y otras acciones nada santas. Es curioso, si algunos congresistas de la izquierda radical hubieran votado por el adelanto de elecciones, se habría logrado lo que es el primer clamor popular. La sombra del sombrero chotano, entonces, sigue en el Congreso.

Las cosas se van aclarando. En el fondo, no es Puno. El problema es uno de los presidentes presos. Un profesor que decía “no más pobres en un país rico”. Uno que lucía un sombrero y después se lo quitó. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

Artículos relacionados

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba