En el año 2000, cuando la prensa investigaba la posibilidad de que se estuviera cocinando un fraude en las elecciones, el entonces jefe de la ONPE, José Portillo Campbell, pronunció una frase que quedó registrada en los anales de la historia política del Perú: “papelito manda”. Palabras que son traídas a la memoria en estos momentos, en los que unos resultados electorales con menos de 50 mil votos de diferencia han puesto en vilo al país y son un dolor de cabeza para los organismos electorales, ante las impugnaciones y observaciones de actas de uno y otro lado, aunque más de uno que de otro.
Portillo era un pintoresco funcionario, también muy cuestionado como los actuales. Cuando los hombres de prensa le preguntaban sobre las movidas turbias en los organismos electorales, él salía con su consabida frase: “papelito manda”. Después de cinco años de investigación, Portillo fue procesado y condenado por el ‘Caso del millón de firmas falsas’.
Una historia triste la de ‘Papelito manda’, apodo que se ganó Portillo con sobrados méritos, pero después de todo tenía razón. Fueron los documentos los que permitieron descubrir la verdad, la que lo llevó a él a la cárcel. Y son los papeles, las actas, los documentos, los que permitirán saber la magnitud de las irregularidades detectadas en el reciente proceso electoral.
El mundo actual es principalmente virtual y se ha digitalizado más debido a la pandemia, que nos obliga a evitar, en la medida que sea posible, el contacto físico. Sin embargo, un reporte en Excel, una tendencia exponencial, un email, no tienen el mismo peso y confiablidad que un papel. Al final, como decía Portillo, “papelito manda”. Y la prueba fehaciente de ello está en que fueron los documentos los que demostraron que su papel, valga la redundancia, en la ONPE no había sido limpio.
Esperemos la revisión de las actas y los testimonios de las personas implicadas, pues en los casos de las supuestas firmas falsas, muchos miembros de mesa están desmintiendo las acusaciones. Que al final todo quede claro y se imponga la justicia, para que se respete la voluntad ciudadana de millones de votantes. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmó.
