Opinión

La receta es fácil

No causa sorpresa el reciente informe del INEI, donde la pobreza en el Perú se ha elevado del 25.9% en 2021 al 27.5% en 2022. Esto es el resultado de gobiernos aventureros, odios de los social-confusos que votaron en contra de y en favor de un gobierno corrupto e improvisado como el de Pedro Castillo.

Hoy más de nueve millones de peruanos viven por debajo de la línea de pobreza, esta situación viene tirando por tierra las reformas iniciadas en los 90, donde se abrió un periodo de crecimiento, institucionalización y reducción de la pobreza acentuada el 2004 cuando se tenía una tasa de 60% y se redujo a 26% en 2011 y a 20% en 2018.

¿Pero qué se puede hacer?, “Resurgir fortalecidos: evaluación de pobreza y equidad en el Perú”, documento del Banco Mundial (BM), que curiosamente hace referencia al ex muy exitoso proceso de crecimiento económico peruano plantea que se vuelva a crecer a tasas altas y sostenidas pues el 85% de la reducción de la pobreza se debió al crecimiento económico y solo 15% a políticas redistributivas. Es decir, el remedio para la reducir la
pobreza es un mayor crecimiento económico y no tanto bono.

Otra receta que lanza el BM es combatir los altos niveles de informalidad que generan una baja calidad del empleo y alta vulnerabilidad a la pobreza ante choques económicos.

Esto está generando menores ingresos fiscales y menor capacidad redistributiva, Existen unas 180 exoneraciones en nuestro país (Desde combustibles hasta universidades).

Lo que nos quiere decir el Banco Mundial es que para luchar contra la pobreza es imprescindible crecer de
forma sostenida, poniéndonos los pantalones y atacar la informalidad de manera frontal, para lograr mejores recursos fiscales. Además, de poner énfasis en mejorar la provisión de servicios públicos.

¿Y cómo se logra esto? Con mayor inversión, que es la única forma en que se puede crecer, con Estado de
Derecho, con un Poder Judicial previsible, atrayendo inversiones, reduciendo el clima social de convulsión, recetas de las cuales estamos muy pero muy lejos.

Si bien nuestro país ya lo hizo y quizá podría volver a hacerlo, la verdad es que hoy el modelo de crecimiento en el cual estamos se basa en impulsar la inversión pública, y el Estado subsidiario, y esto no es suficiente para
salir adelante.

Debemos meterle combustible a la locomotora del desarrollo, pero en lugar de eso impulsamos una Asamblea Constituyente para cambiar el capítulo económico de la Constitución de 1993 o tiramos la plata al agua en
proyectos como la refinería de Talara.

Hemos llegado a un punto de inflexión en el plano económico porque con la pobreza no hay vuelta atrás, o la enfrentamos o dejamos que nos gane la batalla y el futuro, si es que lo hay, del país no será incierto sino desastroso.

(*) Periodista y sociólogo

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