Opinión

La privacidad y la transparencia

Por: Martín Valdivia Rodríguez

“La transparencia es para quienes tienen obligaciones públicas y ejercen el poder público. La privacidad es para todos los demás”. Esta frase, cuyo autor es Glenn Greenwald, abogado constitucionalista estadounidense y columnista de la edición norteamericana de The Guardian, encierra una gran verdad. Si bien toda persona tiene derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen, en el caso de los personajes públicos hay una línea divisoria muy delgada que separa lo que es público y lo que es privado. Ahora que el presidente Pedro Castillo aclara que todas las visitas oficiales se realizan en Palacio de Gobierno y las actividades de carácter personal en su domicilio, es oportuno hacer ciertas precisiones.

La palabra “privacidad” está formada por dos raíces latinas y significa “cualidad de lo que es de uno, que no pertenece al público”. Sus componentes léxicos son: privatus (propio, particular, prohibido al público), más el sufijo “dad” (cualidad). La intimidad, por ejemplo, es un acto privado que no tiene por qué ser auscultado por ojos ajenos. Pero si un acto privado incluye ciertos incidentes que pueden tener injerencia en lo público, lo que incumbe al Estado, en el caso del presidente, entonces deja de ser de “carácter personal”.

Si al presidente lo visita a altas horas de la noche una persona que hace negocios con el Gobierno, por ejemplo, como es el caso de los proveedores de productos y servicios, ese acto privado puede convertirse en público, pues podría comprometer intereses del Estado que no tienen nada que ver con el “carácter personal” de cualquier relación social.

El término “privacidad” viene de “privar”. Es “privado” lo que uno quiere privar del conocimiento ajeno. En realidad, todos tenemos una vida privada y una vida pública, por muy anónimos o famosos que seamos. Hasta la persona más anónima tiene una esfera pública de actuación y hasta el personaje más famoso tiene un ambiente privado, aunque, lógicamente, sea más limitado que el de alguien anónimo.

Barack Obama decía: “Una democracia requiere de la responsabilidad y la rendición de cuentas, requiere transparencia”. Es que en un gobierno no hay nada más turbio y sospechoso que la oscuridad burocrática, la falta de transparencia, y esta última es muy necesaria para la confianza. Y la confianza es indispensable en todo gobierno que se precie de democrático, justo y honesto. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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