Opinión

La lucha es a muerte contra los caviares

Por: Hugo Guerra Arteaga

El Perú nuevamente está sumido en una grave crisis política promovida por los peores enemigos de nuestra república: los caviares.

En resumen, frente a las medidas de control interno dispuestas al amparo de sus facultades funcionales, la mafia caviar ha organizado una estrategia integral para lograr la destitución de la Fiscal de la Nación, Patricia Benavides.

La maniobra diseñada para tan protervo fin implica poner en marcha a la maquinaria ya conocida: en lo interno se promueve la insubordinación de los fiscales inferiores, quienes terminan desobedeciendo a la FN y pidiendo su dimisión; en lo externo mueven a la cuestionada Junta Nacional de Justicia para que organice un procedimiento sancionatorio express ilegal e ilegítimo; en paralelo lanzan una ofensiva mediática con la prensa de siempre para hacer “destapes” sensacionalistas que no aportan nada pero que mellan la honra y la imagen de Benavides; y en lo político desacreditan al Congreso.

En resumen los caviares han armado un caso equivalente al que desestabilizó y produjo la caída de Pedro Chávarry; y el objetivo final es uno solo: volver a controlar políticamente el Ministerio Público de inmediato, y a mediano plazo dominar también el sistema judicial, fuente de su poder político.

Adicionalmente, y entender esto es fundamental, quieren sacar a Patricia Benavides para seguir ocultando el infame acuerdo vendepatria firmado en vía de colaboración eficaz entre las autoridades anteriores de la fiscalía y la corrupta Odebrecht. Y es que esa revelación (detallada y mucho mayor que el resumen que filtrado hace algunos meses) no solo demostraría la venalidad total de quienes lo suscribieron, sino también el incumplimiento de los compromisos de informar de los brasileños, con lo cual el caso se caería. De allí que inclusive el presidente detenido Alejandro Toledo está reclamando la transparencia del documento de marras.

En medio de todo este avispero emerge la acusación contra Dina Boluarte, el primer ministro Otárola y otros por la presunta comisión de delitos y excesos en la represión de la violencia subversiva de principios de año, lo que constituye un enigma porque no se entiende para qué La Fiscal de la Nación se ha abierto un nuevo flanco de lucha pese a estar en una situación objetivamente muy comprometida. Y así ahora la jefe de estado ha reaccionado, haciendo eco de los caviares, al sumarse al pedido de que Benavides renuncie por ser supuestamente “parcializada”.

Se añade a la crisis la mediocre sentencia del TC que ordena que se cumpla su resolución anterior para que el ex presidente Fujimori sea excarcelado en uso del beneficio del indulto presidencial concedido por Kuckzynski el 2017; pero deja la ejecución en manos de un juez constitucional de ejecución de Ica, quien tiene que enfrentarse a los aberrantes excesos de una resolución de control de convencionalidad de la CIDH, enemiga política de la soberanía del estado peruano.

El tinglado está siendo movido, en suma, con dedos de organista por los caviares en todos los planos: político, social, fiscal, judicial, mediático, académico e internacional. Y eso amenaza con convertirse en una crisis que puede estallar coincidiendo con los actos subversivos de la izquierda marxista ya anunciados para conmemorar el primer año de detención del golpista y corrupto Pedro Castillo.

Se vienen, así, días complicados y jornadas de lucha democrática intensa en las cuales la meta es salvar nuevamente la institucionalidad democrática porque si el país vuelve a ser controlado por la caviarada el futuro que nos espera será desastroso.

(*) Analista politico

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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