Opinión

Inestabilidad política en el país

El Perú vive en el reino de la inestabilidad institucional y política ya que nuestras instituciones, lamentablemente, son frágiles. Desde hace varios años la política se ha judicializado y la justicia se ha politizado, y contra ello lo único que cabe es una transformación profunda de nuestras instituciones tutelares y de los poderes del Estado.

Necesariamente, tendrá que haber una cirugía con muñeca de relojero para salvar la institucionalidad del país. Tenemos un Congreso de la República demasiado preocupado en intereses particulares, subalternos o de intereses de grupo.

A veces, se da la impresión que están jugando a ganar tiempo para seguir medrando de la teta estatal, confiados que tienen dos años más de gestión hasta llegar a julio de 2026.

El Poder Judicial sigue estando igual de precario, la corrupción llega a límites insospechados, la justicia y los procesos son lentos y ningún código normativo puede revertir la indolencia del sistema. Como abogado suscribo que litigar en el Perú es muy difícil y hasta cruel.

Por otro lado, el Ministerio Público pocas veces ha estado más sometido a grupos de poder y a organizaciones políticas y hasta las ONG que solo son materia de venganzas políticas, juegos sucios y corrupción. Hace mucho tiempo el Ministerio Público dejó ser la reserva moral del país. Asimismo, la Contraloría General de la República tampoco se da abasto para poder supervisar las acciones de la totalidad de los funcionarios públicos en todo el país. El presupuesto que tiene resulta ser muy magro, entonces se hace muy complicado la eficiencia de su supervisión y su trabajo de fiscalización.

Lo mejor que hace es cuando sucede un escándalo mediático, o cuando hace fiscalización en la capital o en zonas urbanas, pero en ciudades recónditas y alejadas del país resulta ser tierra de nadie. Los grupos concentrados de medios de comunicación también tienen sus propios intereses financieros, y muchas veces están más motivados en vender noticias de sangre o de escándalos políticos, que en el verdadero desarrollo del país.

A todo esto, hay que sumarle la falta de verdaderos partidos políticos que en su gran mayoría son cascarones y que solo les interesa la inscripción para postular cuando se convoca a los comicios electorales, de allí que casi no existan cuadros políticos de polendas, la casta política está en extinción. Finalmente, desde el Gobierno tampoco vemos una conducción importante ni un liderazgo, todo lo contrario. Marchamos a trancas y barrancas y sin brújula.

El panorama es sombrío y, si no hacemos nada, los resultados serán devastadores en abril de 2026, cuando nos toque elegir quiénes serán los gobernantes que se hagan cargo de la representación nacional y del poder. Todos estamos advertidos. Iniciemos una verdadera transformación patriota.

(*) Exvicepresidente de la República

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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