Opinión

Hay que decir la verdad (II)

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Hay dos versiones contradictorias sobre la causa de la muerte de los seis soldados en el río Ilave. Por un lado, el comandante general de las Fuerzas Armadas, Manuel Gómez de la Torre, afirma que se ahogaron por huir de los comuneros, quienes les lanzaban piedras y palos. Sin embargo, el periodista Liubomir Fernández, quien se encontraba en el lugar el día de los hechos, asegura que los soldados no estaban en peligro y se metieron al río por orden del capitán Josué Frisancho Lazo, mientras que los pobladores, que observaban dispersos desde los cerros, corrieron a auxiliarlos y lograron salvar a cuatro cuando se estaban ahogando. Uno de los dos, el general o el hombre de prensa, está mintiendo. El otro dice la verdad.

Desde esta tribuna siempre hemos mostrado nuestro respeto por los pueblos originarios, por los herederos de los incas, los aimaras, los huancas, los asháninka, los bora y todas las demás civilizaciones del llamado Perú profundo. Hemos denunciado la postergación y el desprecio del que son objeto por parte del Estado. De modo que no se nos puede tildar de ultraderechistas, de reaccionarios a ultranza ni de defensores del capitalismo salvaje.

Por otro lado, proclamamos la democracia y pregonamos la importancia del respeto de la ley y la autoridad. No se nos puede etiquetar, por lo tanto, de caviares, pro terrucos ni de seguidores trasnochados de Abimael, Marx, Lenin o Mao. Nuestra primera, quinta y última espada es y será la verdad. Siempre nos han caracterizado, el pluralismo, la imparcialidad y la defensa de la verdad. Por esa misma razón, por nuestros principios éticos, no podemos, por el momento, darle la razón al general De la Torre ni al reportero Fernández. Los dos tienen el beneficio de la duda.

Según los videos difundidos, hay soldados sobrevivientes que confirman la versión del jefe de las FF.AA., pero también hay otros que lo desmienten y, por el contrario, respaldan el relato del periodista. Está claro que en una de las partes existe la intención de hacer creer lo que no existió. Por cierto, la difusión del video donde se ve a un grupo de soldados huyendo de una multitud de comuneros que los apedreaban, en un camino que supuestamente conduce al río, tuvo la intención de difundir una mentira, pues eso no ocurrió en Ilave, sino en Juli. Ahí ya hay un indicio, una pista.

Por ahora, es la palabra de uno contra la del otro. Pero al final se sabrá la verdad. Entonces conoceremos también las intenciones del que recurrió a la mentira. No vale mentir. Siempre la verdad por delante. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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