Opinión

Hay más corruptos que honestos

Por: Martín Valdivia Rodríguez

“Servirse de un cargo público para enriquecimiento personal resulta no ya inmoral, sino criminal y abominable”. Marco Tulio Cicerón, político, filósofo, escritor y orador romano, pronunciaba esa frase hace más de 2 mil años en la Roma Antigua. A lo largo de la historia de la humanidad, hubo políticos —quizá la gran mayoría— que fueron honrados y justos, pero otros tantos, muchos, tuvieron una conducta indecente, deshonesta e indigna. Pero en el Perú, lamentablemente, pareciera que son más los malos políticos que los intachables. Nomás basta contar cuántos expresidentes están presos y cuántos fueron o son investigados por presuntos delitos cometidos cuando ejercieron el poder.

En el penal de la Diroes están presos dos exmandatarios (Alberto Fujimori y Pedro Castillo), otros tres son investigados por presunto delito de corrupción (Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuczynski y Martín Vizcarra) y uno está a punto de ser extraditado de Estados Unidos (Alejandro Toledo) y enviado derechito a prisión. Es todo un récord. Y ni qué decir de los gobernadores regionales, alcaldes, congresistas y otros funcionarios que están en similares condiciones.

Como decía Cicerón, que además de filósofo fue gran orador y abogado romano, la conducta de quien usa el poder que da un cargo público para el enriquecimiento personal, es más que un acto inmoral, pues llega a criminal y, por lo tanto, es aborrecible. El contralor Nelson Shack insiste en que el dinero que se pierde por la corrupción es cuantioso. Explica que los 24 mil millones de dólares que se robaron los corruptos durante el último año de gobierno de Castillo, el 2022, hubieran servido para construir dos carreteras nacionales o para eliminar completamente la pobreza y la pobreza extrema. También se podrían construir los hospitales y escuelas que tanta falta hacen en el país.

Pero no, esos millones de soles van a los bolsillos de los delincuentes de cuello y corbata que llegan no solo al Ejecutivo, sino también —como señala el mismo Schak— a los otros poderes del Estado. Porque, como decía la canción “Las torres”, en la voz de Raúl Romero: “Total corrupción hay por todos lados (…) / Y por cinco lucas me compro un diputado / Un juez, un fiscal, un par de abogados (…) / O en su defecto un par de periodistas”.

Ese tema de “Los Nosequién y los Nosecuántos” sonó en los años 90 y describía la realidad de aquel entonces. Han pasado más de 30 años y las cosas no han cambiado. Solo nos consuela saber que ya falta un día menos para que llegue ese “algún día”. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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