
En esta semana que pasó hemos comprobado una vez más que el Gabinete nombrado por el presidente Castillo tiene iguales o peores defectos que los tres anteriores. Ahora estamos frente a una situación de profunda preocupación porque tenemos a un primer ministro – llamado “Caníbal” por alguna prensa – que lejos de tender puentes de conciliación y concordia, los rompe, aunque después pida disculpas. Sin embargo, las heridas siempre quedan abiertas. El señor Torres, que ya tiene 80 años y que se le ve claramente senil, no es la persona adecuada para manejar un Gobierno en estos tiempos en los que vivimos una crisis política muy grave, además de problemas sanitarios y económicos.
Lo más irresponsable que he visto en estas designaciones es haber quitado al ministro de Salud, Hernando Cevallos por poner a un chamán en su reemplazo. Repito, eso es una gran irresponsabilidad, yo diría casi punitiva; cambiar a un hombre que estaba haciendo un buen trabajo en plena pandemia que ha dejado más de 200 mil muertos en el Perú no ha sido lo mejor. Es algo inaceptable de un jefe de Estado que le hace caso a sus amigos o a sus partidarios, pero no recoge el sentir del pueblo que él tanto menciona; ni tampoco recoge las opiniones especializadas.
A raíz este nombramiento que parece va a contribuir a terminar con un Gobierno, vemos el destape de algo que se sabía a medias (o se rumoreaba) de la poca calidad y preparación de la fiscal de la Nación Zoraida Ávalos que, primero llegó al cargo de fiscal Supremo por irregularidades y falsos diplomas, pero luego llego a ser fiscal de la Nación con el apoyo del vizcarrismo. Dicho esto, el vizcarrismo es el gran culpable de haber aupado a esta figura tan controvertida en el fiscal de la Nación para poder sacar al resto de los fiscales Supremos (Chávarry, Gálvez etc). Por aupar a la señora Ávalos han cometido muchos excesos y han permitido muchas ligerezas, lo que ha desprestigiado tremendamente a la Fiscalía.
Hay que recordar que entre muchas de las cosas que se ha dicho hay algo que no se menciona mucho pero que es igual de grave e importante: haberle perdonado, condonado la Sunat por orden de la Fiscalía, mil cincuenta millones de soles a Odebrecht, porque la fiscal Ávalos, probablemente por indicación del Gobierno que había tranzado un acuerdo que hasta ahora no conocemos en su integridad, pidió el expediente al fiscal de delito tributario que había acusado Odebrecht de haber cometido esos delitos. Una vez que tuvo el expediente en sus manos lo derivó a los fiscales Lava Jato, quienes resolvieron que eso era parte de la negociación, de la colaboración eficaz y de los acuerdos a los que se había llegado con Odebrecht.
También se le condonaron otras cosas que en total suman más de cinco mil millones de soles. Todo eso es obra de la Fiscalía y de la señora Ávalos, por lo tanto, es parte de las responsabilidades independientemente de las persecuciones políticas que se han llevado a cabo. Hay que recordar la entereza política de Ávalos en perseguir a adversarios políticos del Gobierno de turno y liberar de cualquier tipo de investigación a los presidentes Vizcarra y Castillo. Resumiendo, tenemos dos instituciones agónicas: el Consejo de Ministros y la Fiscalía de la Nación.
(*) Excongresista de la República
(*) La empresa no se responsabiliza por los artículos firmados.