Opinión

Fracasó la Toma de Lima

Por: Jorge del Castillo Gálvez

La tan anunciada “Toma de Lima” fracasó totalmente los días 19 y 20 de enero, y más bien terminó con la toma de San Marcos el día 21, con 193 detenidos que ya fueron liberados, excepto uno.

Las manifestaciones en Lima, en sus primeros momentos fueron pacíficas, recorrieron las avenidas y grandes plazas como 2 de Mayo, Bolognesi, Grau, Héroes Navales, San Martín y Parque Universitario, pero cuando vieron que no podían llegar a sus objetivos, como la Fiscalía de la Nación, el Congreso de la República y Palacio de Gobierno, se tornaron violentas y sacaron a relucir armas letales o muy peligrosas como huaracas que arrojan enormes piedras, palos de 3 metros, pirotécnicos como el que provocó el incendio de una casona e hirió gravemente a un policía; aparte de la destrucción de elementos de infraestructura de la ciudad como veredas, buzones, postes, etc.

Empezada la confrontación, evidentemente muchos de los marchantes se retiraron, pero persistió una vanguardia muy agresiva que atacó desaforadamente a la policía que resistió a pie firme todos los embates.

Finalmente, no lograron sus propósitos ninguno de los dos días, quedando al final unos remanentes vandálicos y lumpénicos que nada tienen que ver con los móviles políticos de la protesta, digo móviles políticos porque efectivamente eso han sido, sin ninguna agenda social o algo que se le parezca.

Por tanto, no han conseguido la renuncia de Dina Boluarte, ni el Cierre del Congreso, ni Asamblea Constituyente, ni nada.

Escuchaba el sábado al arzobispo de Lima, Monseñor Carlos Castillo, mencionar que todas las insurrecciones presuntamente orientadas a obtener reivindicaciones habían fracasado en la historia y que más bien incentivaban represiones violentas, sin obtenerse nada positivo, y señalaba que la Iglesia había ordenado a sus Obispos tratar de construir puentes de diálogo; un poco tarde la recomendación pues en la primera etapa no sabían cómo reaccionar como él mismo lo reconoció.

Por otro lado, el mundo caviar, probablemente resentido porque no han sido incorporados al gobierno como suelen aspirar con sus ONGs y consultorías, se han dedicado al unísono a criticarlo y sumándose al pedido de renuncia de Dina Boluarte, a quien ellos contribuyeron con sus votos a elegir. Obviamente no es amor al chancho sino a los chicharrones, pues sin rubor plantean que en el Congreso se elija un nuevo presidente entre ellos, como hicieron con Sagasti.

Hoy al Perú le conviene la paz que traerá estabilidad; un sobresalto más con una renuncia presidencial, seguida de otra y más saltos al vacío no es ninguna solución. Los extremismos han fracasado, es hora de construir convocatorias unitarias, institucionales, que no vengan del gobierno, sino de la sociedad civil democrática y que vaya incorporando a diversos sectores para restituir la tranquilidad social y el desarrollo económico con justicia social.

(*) Ex congresista de la República

(*) Ex presidente del Consejo de Ministros

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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