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El valor de una sonrisa

Por: Gustavo Martínez

Joseph Carey Merrick, nació en Leicester (Inglaterra) en 1862 y pocas personas en el mundo han sufrido más deformidades que él. Sus 10 dedos eran inútiles, su cabeza era completamente deforme, su boca estaba torcida y eso hacía que su habla sea incomprensible, su brazo derecho medía el doble que el izquierdo, sus piernas eran amorfas y apenas sostenían su peso.

Para que todo le sea más perverso, el entretenimiento en el siglo XIX en Inglaterra eran los circos que tenían exhibiciones humanas de fenómenos y Joseph Merrick era la atracción. Es más, hizo famoso este circo pues presentaban al “hombre elefante”, la gente pagaba un dineral para ver el espectáculo que lo anunciaba de esta manera: Aquí el hombre mas horripilante de la tierra. Y ahí era cuando él salía al escenario en una jaula y todos gritaban y se espantaban.

Sin embargo, un día el cirujano Frederick Treves se paseó por el circo humano y la apariencia de Merrick despertó su curiosidad profesional, porque no estaba ni diagnosticado, luego se descubriría el elefantismo.

Y como no fue capaz de entrevistarlo pues no pudo entender sus palabras le dejó una tarjeta personal, y esa tarjeta es la que encontró la policía de Londres cuando lo halló tendido en una esquina de una estación de tren.

“Tal vez no seamos responsables de las dificultades que nos toca vivir, pero lo que vale es como vamos a enfrentar la vida y sobre todo las explicaciones que nos demos a nosotros no a los demás”.

La policía llama al doctor Treves y él lo lleva al hospital de Londres donde vivió toda su vida. En el hospital el doctor Treves ordena una bandeja de comida para Merrick, pero no le dijo a la enfermera quien era el paciente y ni bien la enfermera lo vio arrojó la bandeja de comida al piso y salió asustada y gritando.

Sin embargo, con el tiempo el personal del hospital se fue adaptando a la apariencia de esta persona, y
un día en un experimento, el doctor ordenó que una mujer entrara a la habitación de Merrick, le sonriera, le deseara los buenos días y le diera la mano.

Cuando la mujer le suelta la mano a Merrick, él inclina la cabeza sobre sus rodillas y comienza a llorar desconsolado. Después contó que era la primera mujer que le había sonreído en toda su vida y el primer ser humano que le estrechaba la mano sin asco y esa sonrisa fue el punto de inflexión y crucial para que poco a poco pase a ser una cosa y vaya convirtiéndose en un ser humano.

Merrick recibió una biblia y la leyó tres veces y le confesó a su doctor; soy feliz a toda hora del día. Después que muriera a los 27 años de edad, el doctor elogió al hombre elefante y dijo: Sus dificultades lo engrandecieron, demostró ser una criatura gentil, encantadora, sin palabras crueles con nadie y lo más
importante jamás se quejó.

Viviendo una vida tan traumática no se quejó nunca, y esto me lleva a la preguntarme; ¿Cómo alguien que fue maltratado hasta el ámbito circense no se quejó nunca? Y creo que la respuesta está en que pudo esquivar la vida con las “herramientas” que le tocó. Yo me quejo si subo un kilo y lloraba cuando me
salía acné.

Entiendo que tal vez no seamos responsables de las dificultades que nos toca vivir, pero lo que vale es como vamos a enfrentar la vida y sobre todo las explicaciones que nos demos a nosotros no a los demás.

Recuerda, y como dice Dante Gebel, que los obstáculos que enfrentamos en la vida no son el enemigo, el enemigo somos nosotros mismos.
(*) Periodista y sociólogo

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