El triste final del “Monstruo de Armendáriz”
Lo acusaron de violar y matar a un niño, pero pagó por un crimen que no cometió
Eran las 5:30 a.m. del 12 de diciembre de 1957. El Perú era gobernado por Manuel Prado. Jorge Villanueva Torres, un afroperuano con antecedentes por robo, era fusilado en lo que fue la Penitenciaría. Lo habían encontrado culpable de la violación y asesinato de un niño en la bajada de Armendáriz, en Miraflores. Años más tarde se cuestionaría la sentencia y se expondrían pruebas que apuntan a su inocencia.
La muerte del pequeño ocurrió en 1954. Su cadáver fue hallado entre Barranco y Miraflores. La autopsia arrojó violación sexual y asesinato a golpes. La noticia corrió como reguero de pólvora y los limeños clamaban justica.
EL TURRONERO
Uldarico Salazar, un turronero que trabajaba cerca de la casa de la familia del niño, declaró que un sujeto negro y alto le compró un turrón que habría usado para persuadir al niño. La Policía le mostró varias fotos del posible asesino y el turronero señaló a Jorge Villanueva.
El acusado, acorralado por la presión mediática y las supuestas pruebas, confesó ser el autor del crimen, pero luego su abogado, Carlos Enrique Melgar, dijo que era inocente, pero lo hizo por presión. El testigo se contradijo hasta en 30 oportunidades, pero este detalle no se tomó en cuenta.
“Yo he cometido muchos delitos, he sido un hombre malo, pero este crimen no me pertenece”, exclamó el acusado días antes de su condena. Pero su palabra, por los prejuicios raciales y sus antecedentes, no valía nada.
INOCENTE
En el 2004, el médico forense Víctor Maúrtua, quien dirigía la Morgue Central, demostró que se habían manipulado las pruebas para encubrir un error inicial en la autopsia. El médico implicado esperó medio siglo para revelar que un repaso de sus investigaciones le permitieron determinar que, en realidad, el niño había muerto atropellado.
En el 2017, el entonces del Poder Judicial, Duberlí Rodríguez, mencionó la posibilidad de absolver a Jorge Villanueva, pero no se cumplió.
