Opinión

El sonido de la libertad

Por: Luciano Revoredo Rojas

En mayo de 2022, asistí a la IV Cumbre Transatlántica que organiza la Political Network for Values, una plataforma internacional a favor de la vida, la familia y las libertades fundamentales. La Red y organizaciones aliadas reunieron a representantes políticos de Europa, África y las Américas en su Cumbre, celebrada en la Academia Húngara de Ciencias de Budapest.

Uno de los invitados más esperados fue el mexicano Eduardo Verástegui, que en la década de los noventa fue uno de los rostros más conocidos de la televisión como galán de telenovelas tras su paso en el grupo musical Kairo y que cuando se le abrió el mercado estadounidense, sorprendentemente lo dejó todo para dedicarse a servir a Dios. Su conversión como católico cambió su vida radicalmente.

Hoy Verástegui preside el movimiento Viva México, es un abanderado de la defensa de la libertad, la vida y la familia, participa activamente en la política mexicana y podría ser el gran presidente que ese país necesita.

Para sorpresa de todos, la aparición de Verástegui en Budapest no pudo ser más espectacular. Llegó con quien él mismo definió como su mentor, el gran Mel Gibson, y juntos, en una pequeña sala nos presentaron en calidad de primicia la película que acababa de producir Verástegui: El sonido de la libertad.

Antes de la proyección Verástegui hizo una breve presentación, todo un alegato por la vida y la dignidad humana. De ese momento me quedó algo estremecedor grabado en la memoria: “En este momento en el mundo hay más esclavos que cuando la esclavitud era legal y la mayoría de estos son niños…”.

Luego vimos la película. Trata de cómo opera una red de secuestradores y tratantes de personas dedicadas al tráfico de niños para la pornografía y prostitución infantil. En la película se ve con claridad cómo se extienden estas redes por el mundo, desde Amsterdam, Moscú, México o cualquier isla del Caribe, queda en evidencia el gran poder que estas mafias, vinculadas con poderosas élites, ejercen impunemente.

La película es imprescindible. Está realizada con una gran sobriedad y conmueve hasta las lágrimas. Más aún cuando se sabe que estamos ante una historia real y que el protagonista, un exagente del gobierno norteamericano llamado Tim Ballard, deja atrás su vida para encabezar una misión: rescatar a niños víctimas de la red de trata y pedofilia. Todo se inicia cuando se cruza con un niño en que le pide que encuentre a su hermana, que también ha sido secuestrada. Actualmente, Tim es un activista que lucha contra la red de trata de menores a través de dos fundaciones.

En noviembre de 2022 pude escuchar el testimonio de Tim Ballard en la gran convención conservadora CPAC-México , en que tuve el privilegio de volver a encontrar a Verástegui.

Ballard es un héroe de nuestros tiempos. Ha rescatado a cientos de niños de las garras demoníacas de los tratantes.

Confiamos que esta gran película que ya está siendo atacada por los lobbies del progresismo, siempre serviles a las élites degeneradas, llegue pronto a nuestro país para que muchos más sean los que abran los ojos ante este infierno que viven miles de niños en la actualidad.

(*) Analista político

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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